Martín Santos

20 de Mayo del 2009 - Juan Manuel Pendás Benito (Avilés)

¿Qué escalafón ocupa «Tiempo de silencio» en la novela española de la dictadura? ¿Es verdad que, gracias a ella, el realismo de dicho género literario queda superado y se abre el camino hacia nuevas formas de novela?

Que lo digan Víctor Alperi, Cachero, García Martín y tantos otros entendidos asturianos. Estoy muy lejos de tener conocimientos para hacerlo yo.

José Lázaro ha presentado en el salón de actos de LA NUEVA ESPAÑA su documentada y preciosa biografía sobre el psiquiatra vasco.

Yo había intentado leer (sin conseguirlo plenamente) su libro «Libertad, transferencia y temporalidad en el psicoanálisis existencial», en una maravillosa edición agotada. En él se leen frases como «El hombre es lo que sea su proyecto». En una cura psicoterapéutica, la libertad del paciente para explicar los síntomas de su enfermedad es total, si bien el terapeuta no contesta directamente a las cuestiones, sino que se dedica a comentar otros aspectos de la psicología, otras cuestiones más positivas y prácticas.

Todo es temporal, y el impacto de tan maravillosa experiencia, no sólo te rehabilita plenamente durante unos cuatro o seis años, sino que tiene consecuencias ultrapositivas a lo largo de toda la vida.

José Lázaro ha escrito un libro imprescindible para conocer la vida y milagros de tan admirable ejemplar humano y los lugares y personajes que constituyen la coreografía, el entorno de ilustre psiquiatra.

Lo más tonificante es que, ya moribundo, a los 40 años murió dando gracias a Dios por todos los dones y tantas cosas buenas que le había dado la vida.

Era muy amigo de Juan Benet, el cual descalificó «Tiempo de silencio» porque un personaje de la renombrada novela, de nombre ficticio Matías, es un trasunto no muy halagüeño del autor de «Volverás a Región». También se recoge un texto en el que desvirtúa a Ortega y Gasset y su célebre teoría sobre el perspectivismo, aplicado a una manzana. Divertídisimo.

Ligado también a Castilla del Pino, éste es un conferenciante muy socarrón. A López Ibor (el único de su saga que merece, creo yo, la gloria literaria) y a Blanca Andreu, entre otros famosos.

Se hace necesario una edición, bien apostillada, introducida y comentada de la producción escrita de nuestro hombre. Y aconsejo a quien lleve a cabo tan magna y entrañable empresa que incluya todo lo que escribió, incluso obra menor.

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