Me toca las pelotas
Cobro unos 200 brutos al mes por dar clase 4 horas semanales en un instituto público, de los cuales unos 65 ni los huelo porque se van en impuestos (aunque sarna con gusto no pica; me gustaría que pudiésemos tener una sanidad pública muy buena, una educación pública inmejorable y tantas otras cosas bonitas que se podrían hacer con los ingresos públicos y para eso hace falta contribuir). Hice lo que se me pidió –y más–, me formé hasta el punto de caer en la titulitis universitaria, sigo peleando con el puto inglés e «já falo português muito bem», pero aun así no encuentro un trabajo decente, así que para maximizar la utilidad de mi estancia actual en este mundo decido seguir formándome. Esta vez ya a costa de los cursos gratuitos del Inem, que, por cierto, el mío es de 32,5 horas semanales y está muy bien; estoy muy agradecido de poder hacerlo (es una pena que tengan sus horas contadas). Sin embargo, el Servicio Público de Empleo me deniega la ayuda al transporte porque en la Seguridad Social consta que tengo un contrato de trabajo en activo (y claro, con el sueldazo de 130 y pocos euros netos al mes, por qué no voy a destinar 66,70/mes de transporte para ir a Oviedo). La verdad es que, por suerte, no me será necesario ir y volver andando a Oviedo, me lo puedo permitir porque me voy sacando mis eurillos poniendo copas por allí y haciendo algún otro business por allá (todo en negro, por supuesto); y, por más suerte todavía, vivo con mis padres y, aunque distan un poquito de codearse económicamente con Amancio Ortega, mi manutención sí se la pueden permitir y, además, lo hacen con mucho gusto; soy afortunado, lo sé, pero me toca las pelotas. Si el dinero que yo no recibo fuese destinado a algo que repercutiese positivamente en la sociedad o simplemente fuese a parar a otra persona que lo necesite más que yo que, desgraciadamente, las hay a patadas, pues tan contento; pero no siempre es así: estoy convencido de que si yo fuese un alto cargo político que en lugar de hacer 70 kilómetros al día hiciese 70 metros y, en vez de ganar 130/mes, ganase 13.000/mes, sí cobraría una dieta de transporte de considerable magnitud, y proveniente de los fondos públicos, por supuesto. Viva España. Y claro, ante esta tesitura, si dejo mi trabajo en el instituto pasaré a cobrar la ayuda al transporte, por lo que ahora mismo la diferencia entre dejarlo o dar mis 4 horas semanales lectivas que reales son más, porque hay un tiempo de trabajo previo a la entrada en el aula, pero es mejor ni pensarlo, es de menos de 70/mes, teniendo además en cuenta que llego a casa de Oviedo a las 16.15 y empiezo a dar clase a las 17.00. Y no lo voy a dejar porque me encanta hacerlo, me gusta, me llena y lo haría gratis, pero me sigue tocando las pelotas. Ni siquiera me puedo quejar con gusto, porque sé que hay infinitas situaciones mucho peores y más injustas, lo cual hace que, aunque sin gusto, mis quejas sean mayores. Y salen noticias de corrupción y malversación de fondos públicos y todos nos quejamos y maldecimos, pero no pasa nada, de hecho les volveremos a dar nuestro voto, y me toca las pelotas. Tengo 23 años, no encuentro una novia, de lo cual también culpo a los políticos que nos gobiernan, que me tiene a las chicas despistadas con tanta crisis, y menos mal, porque mal arreglo le veo a mi generación para emanciparse y formar una familia. Y yo veo como eje del gran problema el dinero, cuya abundancia ni siquiera tiene la capacidad de otorgar la felicidad, pero su ausencia sí la tiene para destruirla. Qué obsesión con amasar fortunas. Y me quejo por las múltiples situaciones injustas y surrealistas que vivimos; los 66,70 que hoy me han irritado que se los lleve el comedor de turno en una bolsa de la basura a su casa y que le cunda. Y eso, que me cago en la puta.
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