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Don Jesús nos defiende con su báculo

23 de Enero del 2013 - Adolfo Rovira Carazo (Oviedo)

Vaya baculazo en todo lo alto el de don Jesús Sáez Montes, nuestro arzobispo, prohibiendo en su diócesis la celebración de unas jornadas de pastoral organizadas por la FERE. Sé lo que muchos van a decir porque es más viejo que la tos: autoritarismo, ausencia de libertad de expresión, iglesia opresora, obispos carcamales y se han cargado el concilio Vaticano II. Ni originales. Verán como eso empieza a aparecer en cualquier momento.

Don Jesús ha decidido hacer lo que tanto profeta viene exigiendo un día sí y otro también venga o no venga a cuento: una decidida opción por los más pobres y dar la cara, la mitra, el báculo y el solideo por su causa.

Porque los pobres de la Iglesia de hoy no son los supuestos teólogos censurados, las monjitas calladas, los curas alternativos o la iglesia de base, altura, cotangente o hipotenusa. Los pobres, los despreciados, los ninguneados son en este momento dos tipos de personas en lo que a la vida cristiana se refiere.

En primer lugar, esa multitud de agentes de pastoral, gente de la mejor intención y generosidad sin límites, que acuden confiados a unas jornadas de pastoral organizadas por la FERE y que van a escuchar lo que ellos creen de buena voluntad que es la doctrina de la Iglesia sobre pastoral y lo que la Iglesia quiere que emprendan como camino de fe. Y puede resultar que en lugar de eso, de lo que la Iglesia quiere y pide hoy, se encuentren con un refrito de críticas a la propia Iglesia, descalificaciones a los obispos y llamada a la desobediencia civil, bajo el paraguas de que todos somos iglesia y que la opinión de Pepito Pérez y sor Gundisalva no sólo es igual a la de cualquier obispo, sino indudablemente mejor.

Los agentes de pastoral tienen derechos y obligaciones. El primer derecho, conocer la doctrina de la iglesia, la de verdad, no la que se inventan cuatro nuevos profetas cabreados consigo mismos y más fuera de sitio que Curro Romero en tarde aciaga. Y la primera obligación transmitir el mensaje como pide la Iglesia, no como se le ocurra a Menganítez, tan anti-todo que casi es profeta mayor.

Hay otra multitud de pobres a los que también ha querido socorrer don Jesús con el báculo de pastor en la mano. Son esos niños y jóvenes que van a ser pastoreados desde las instituciones de la FERE, y cuyos padres observan con estupor que les hablen mucho de compartir y de ser amiguetes, mientras contemplan atónitos cómo han dejado de rezar, de confesarse y de ir a misa los domingos como consecuencia de una fe que se ha presentado como una ONG sin demasiadas pretensiones.

Los pobres no son sólo los de pedir por la calle, a los que invitas a café y te quedas tan a gusto. Pobres, los agentes de pastoral manipulados y mangoneados. Pobres los chavales deseducados. Pobres los padres de familia que confían en la educación religiosa de sus hijos y se encuentran con lo que se encuentran. No cuela ya eso de: usted don Jesús a los pobrecitos de pedir que de adoctrinar ya nos encargamos nosotros.

No. Don Jesús no está dispuesto a que venga cualquiera a envenenar a sus ovejas, y se ha puesto con el báculo en la puerta. Es el pastor. Así son las cosas. Un pastor que cuida de los pobres educadores, tan manipulados y confundidos, de los niños y de los jóvenes, de las familias, que tienen derecho a recibir la fe de la Iglesia, no de la Serafín, Lucía, Emilio, Juan, Carmen y el bululú irlandés.

Tenga por seguro D. Jesús que la mayoría de los asturianos, que sabemos perfectamente que está junto a nosotros, estamos también junto a D. Jesús.

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