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Avilés y la lotería o la integración a calzador

28 de Mayo del 2009 - Javir García Marcos (Avilés)

Después de embarcarnos en el 2004 en la aventura de comprar un piso nuevo, en el 2007 nos tocó «la lotería». El piso superior al nuestro fue alquilado a través de los Servicios Sociales de este excelentísimo Ayuntamiento de Avilés, claro que esto lo descubriríamos meses más tarde. Pronto comenzaron las molestias, largas de enumerar, pero todas relacionadas con ruidos. De nada sirvió hablar con propietarios e inquilinos. Meses después, como ya dije, nos enteramos de que detrás de este alquiler estaba la Fundación San Martín y los Servicios Sociales Municipales. Recurrimos a ellos con la esperanza de que resolvieran la situación, supongo que es parte de su trabajo. Curiosamente desde que comenzaron a actuar los trabajadores sociales, las cosas empeoraron hasta tal punto que de conductas molestas se pasó a agresividad. Ante la deficiente actuación de los Servicios Sociales recurrimos obligados a la vía judicial a través de la comunidad de vecinos. En el juicio nos encontramos frente a nosotros a los mismos trabajadores sociales que no habían sido capaces de resolver la situación, para lo que se supone que les pagamos. En resumen, al juez le pareció poco lo que aportamos y mucho lo que aportaron los Servicios Sociales, que no era más que un informe repleto de contradicciones, lagunas y deficiencias. Las sentencias son acatables, pero también discutibles y ante la falta de fondos para recurrir, ustedes ganan. Después de todo el proceso empiezan a cuadrar las cosas: claro... los programas sociales de integración son todo un éxito, disponen de todos los medios a su favor, disponen de funcionarios cuya declaración se considera pericial, lo que resulta curioso es que todo esto lo pagamos los avilesinos. Así voy entendiendo que todo sea un éxito. O presentamos colecciones de denuncias y algo de sangre o no hay nada que hacer. Qué fácil es empujar a la vía judicial. Pero lo que ustedes consideran un éxito no es más que un descuidado experimento en el que en vez de gaseosa se utiliza a personas y a parte de considerarlo una trampa, lo considero una chapuza. Eso sí, le damos una mano de barniz utilizando los medios de comunicación, unas fotos por aquí, una entrevista por allá y ya somos campeones a la hora de enarbolar banderas de vanguardia en cuanto a políticas de integración. Desgraciadamente los ciudadanos de a pie no somos mediáticos, salvo que ocurra una desgracia. Claro que en un momento dado las desgracias también pueden servir para hacer ejercicios de paripé con el correspondiente lacito de colorín.

Para acabar citaré al concejal Fernando Díaz Rañón, que además creo que tiene algo que ver con esto y al que en su día voté. Cuando el día de nuestra boda parafraseaba al poeta con aquello de «Caminante no hay camino, se hace camino al andar...» lo que no imaginábamos es que parte de los obstáculos de nuestro camino nos lo pusiera este Ayuntamiento. Quizás es que somos daños colaterales o infantería sacrificable en pos de una causa mayor de la que ni siquiera participamos, pero el caso es que llevamos fuera de nuestra casa nueve meses.

¿Esto podría considerarse alguna clase de exilio? Da igual. ¡Todo por la causa!

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