El drama de las preferentes
Pocas veces es posible lograr un acuerdo entre políticos. Hace breves días se alcanzó uno entre los dos grandes partidos para intentar paliar el problema de las preferentes. No ha sido gratuito ni mucho menos, hicieron falta multitud de manifestaciones y de protestas ante las sucursales bancarias. Parece mentira que algo tan elemental como debiera ser la recuperación de un dinero propio requiera de cierta presión social, para que al final haya una decisión politica.
El acuedo alcanzado por los grupos parlamentarios del PP y del PSOE para ofrecer una salida arbitrada a los ahorradores en preferentes y deuda subordinada alivia la desesperada situación que han vivido miles de personas cuyas expectativas de futuro se habían volatilizado con unos depósitos que parecían irrecuperables.
En persistente lucha, como si se tratara de David contra Goliat, un jubilado de Jaén ha acampado a las puertas del BBVA durante nueve días, plantando cara a la citada entidad financiera, ganando finalmente la batalla y recuperando el dinero de sus participaciones preferentes. Felicitación a Juan Carlos, que así se llama el valeroso acampado, por su decisión y por defender justamente lo que es suyo.
Es una lástima que se tenga que llegar a estos extremos para reclamar lo que es propio. Los ciudadanos estamos hartos de comisiones indebidas, cláusulas abusivas, engaños y despropósitos por parte de los bancos, que no solamente juegan con el dinero que no es suyo sino que, además, abusan de la buena fe de los depositantes.
Resultará muy positivo que los dos citados partidos políticos, Partido Popular y PSOE, se hayan sentado a hablar y hayan sido capaces de pactar algo que, además, puede ser el principio de un nuevo y duradero estilo de actuación.
Sí, es una tarea ardua la que aguarda a esa comisión, pues aún partiendo de la base de que será casi imposible que todos los afectados recuperen todo el capital --la UE tampoco lo admitiría--, este pacto PP-PSOE deberá traducirse en la salida menos mala posible de un problema que debería avergonzar a bancos y cajas de ahorros que lo crearon. Y, desde luego, jamás puede volver a repetirse. El jubilado luchador jienense, ha marcado una pauta.
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