Ciudadanos porcinos
Ante todo me confieso culpable por tratar de concitar lectores, aprovechándome
del morbo que en los mismos pudiera provocar la en éstos días tan aludida gripe
porcina. Desde hace muchísimo tiempo me viene llamando la atención la disparidad entre los importantes trastornos que causan a la calidad de vida de los ciudadanos los excrementos caninos y la escasa respuesta que ello concita en la opinión pública, según se deduce de las raras alusiones a éste hecho en los medios de comunicación escrita y/o audiovisual, o en entornos de partidos políticos, asociaciones de vecinos.etc.
Por supuesto que fue muy debatida en todas las tertulias de élite la idea de uno de nuestros políticos mas mediáticos que sugería llegar a recurrir a la determinación del ADN de los perros, por la especial dificultad que tiene identificar a los presuntos en estos casos; también recuerdo una espectacular campaña en la capital del Principado, que plagó la misma de voluminosos carteles con el slogan "No dejes para los demás, lo que no quieres para tí" ( palabra arriba, palabra abajo ); se adivinaba el sudor corretear por la frente de nuestros ciudadanos porcinos ante tan intimidatorias palabras.
Cuánto me gustaría que cuando un día me sancionaron con 90 Euros por detener mi vehículo y recoger un medicamento de Urgencia en la calle Uría, y luego con otros 240 por protestar, la respuesta a mis actos fuera en lugar del paquete de 330 euros, un Oviedo plagado de carteles que dijeran "Ovetense, las normas de tráfico y los agentes de la autoridad te ayudan a ser feliz".
Yo, en mi barrio, tengo reconocidos a unos cuantos de éstos ciudadanos, bueno en realidad nun fai falta ser colombo, los que pasean al perro y no llevan bolsa de recogida; es más, creo que con bastante menos que la determinación de los adns caninos se podría identificar a los sospechosos, y si se estima procedente, sancionarlos; por ejemplo, colocando alguna camarita del tipo de las ubicadas a la entrada de la ciudad busca transgresores de semáforos que en cuánto dejas de mirar pa ellos, cambian, con el fin de identificar a los agresores a la salud pública.
Me temo que el temor de los políticos a entrar a saco en éste tipo de hechos tenga que ver con el dominante y preocupante miedo que suelen tener a perder votos ante cualquier decisión que toman o medida que emprenden. Hace no mucho tiempo un estudio sociológico determinó que en Oviedo una de cuatro familias tiene perro; en fin, si así fuera, me conformaría con que mi idea de la camarita tuviera éxito y entonces quizá fuera posible para evitar la tán temida pérdida de votos, un Oviedo plagado de carteles con fotos de ciudadanos y el título en todos ellos de "Estos son los Ciudadanos Porcinos".
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