A propósito de una exposición de facsímiles de la Catedral
El viernes pasado se inauguró en el claustro de la Catedral una interesante exposición de manuscritos miniados de bellísima factura, que publica la editorial Moleiro. Entre ellos figura el del Libro de los Testamentos, muy conocido, y uno de los más valiosos ejemplares del siglo XII. Al día siguiente, y en unas declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA, el señor Moleiro trataba de desautorizar de un plumazo mi tesis doctoral sobre ese códice (el "Libro de los Testamentos de la Catedral de Oviedo", Roma, 1971), porque, según él, estaba escrita desde Roma y de memoria.
En realidad, esa tesis doctoral fue defendida públicamente en Roma ante maestros muy relevantes del medievalismo europeo, expertos de crítica textual y de diplomática (García Villoslada, F. Kempf, Batllori, E. Rabikauskas), y tiene un aparato crítico muy minucioso: miles de citas bibliográficas, cronísticas y sobre todo documentales, que ilustran en buena medida toda la historia de los reinos castellano-leoneses de aquella época. Eso supuso incontables horas de visitas a archivos y de análisis posteriores. Si yo hubiera hecho dicho trabajo de memoria, sería un verdadero genio y no me consideré nunca dotado de semejantes capacidades. Tengo la impresión de que el entrevistado no sabe lo que es una tesis doctoral y desconoce lo que significa la Facultad de Historia de la Universidad Gregoriana de Roma en el mundo científico. Y puede estar seguro de que esta institución jamás hubiera admitido un trabajo doctoral que se redujera a una sarta de ocurrencias no justificadas por las fuentes.
Un intento de desautorizar mi tesis doctoral sobre el Libro de los Testamentos de la Catedral de Oviedo
Cuando uno perora y enfatiza sobre temáticas ajenas al ámbito de su propia competencia corre siempre el peligro de equivocarse
El entrevistado, partiendo de ese doble supuesta –"de memoria y desde Roma"- pretende desautorizar mis conclusiones sobre la existencia de interpolaciones en el valioso manuscrito, recurriendo al pobre argumento de autoridad. Tenía que saber que uno de los autores mencionados por él, que participaron en el estudio complementario de la edición facsimilar, E. Fernández Vallina, a quien yo admiro por sus rigurosos trabajos sobre la lengua latina, aseveraba en la página 239 de aquella obra ("Liber Testamentorum Ecclesiae Ovetensis", Barcelona, 1995): "(Don Pelayo) ciertamente fue maestro de la interpolación y, en algunos casos, de falsificación... Adobó o, si se quiere, manipuló documentos y escritos históricos que ya existían. E hizo refacciones, procedimiento técnico que no inventaba el obispo, y de uso admitido en el siglo XII y antes" (Pag. 239). .
Confieso que me quedé sorprendido por tanta ligereza. Al señor Moleiro le convendría saber que su facsímil no desmerece ni un ápice ni pierde valor económico a la hora de la venta porque tenga muchas interpolaciones y falsificaciones, que las tiene de hecho. Yo mismo he escrito, más de una vez, que el obispo don Pelayo, con su enorme habilidad para falsificar, puede ser considerado el asturianista más culto de toda la Edad Media. Sin ánimo de ofender y con la sonrisa irónica que me permiten más de treinta años de profesor universitario, me apetece terminar esta nota aclaratoria recomendándole al entrevistado el viejo adagio de "zapatero a tus zapatos". Cuando uno perora y enfatiza sobre temáticas ajenas al ámbito de su propia competencia, corre siempre el peligro de equivocarse, por no decirlo con una expresión asturiana más expresiva que todo el mundo comprendería mejor.
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