Cuencas mineras, ¿y ahora, qué?
Terminó un año complicado y ha comenzado otro que presenta tantas incertidumbres como el anterior. Si la economía asturiana está como está, ¿qué podemos decir de las Cuencas mineras? A pesar de todo, se pueden hacer cosas, y la primera sería establecer una posible «hoja de ruta», siempre que las «fuerzas vivas» –organizaciones públicas y privadas– se presenten ante la ciudadanía de manera humilde, considerando el pasado con sus pros y sus contras, pero proyectando hacia el futuro una «unidad de acción» que haga posible cambiar la tendencia que han seguido las Cuencas en estos últimos quince años.
En principio habría que partir de un análisis de la situación actual, y de una autoevaluación de las políticas practicadas en distintos campos de actuación como: desarrollo de infraestructuras, proyectos de fomento de nuevas empresas, enseñanza y formación profesional, y actuaciones de la empresa pública Hunosa tanto en el campo de la actividad minera como en relación con las actuaciones de diversificación económica.
A partir de esta evaluación habría que establecer una entidad que tenga capacidad real de acción, y que sea reconocida de verdad por los distintos concejos que componen las Cuencas. Esta entidad sería la encargada de establecer políticas coherentes, que permitan invertir la tendencia de deterioro económico que se está dando en estos últimos años. El objetivo es buscar un crecimiento y un cambio de estructura, que, visto la que está cayendo, debería seguir una estrategia de «pequeños pasos», mediante la transformación progresiva pero equilibrada del sistema económico de las Cuencas.
En la situación actual, y teniendo en cuenta las restricciones económicas a que nos enfrentamos, habrá que ser cuidadosos a la hora de establecer el orden de prioridades de los programas que se aprueben dentro de esas políticas coherentes que he citado.
Por último, quisiera volver a hacer hincapié en que la entidad encargada de llevar todo esto hacia adelante debe ser respetada por todos los concejos de las Cuencas a la hora de tomar decisiones. Valen más decisiones graduales y consensuadas que radicales, que puedan ser boicoteadas y den lugar a una entidad de «cascarón vacío», de las que ha habido unos cuantos ejemplos en los últimos años y que han contribuido a desprestigiar la acción política. Esperemos que algo de esto comience a darse a lo largo de este año, y de esta manera tratar de conseguir un mejor nivel de vida de los habitantes de las Cuencas, que, en definitiva, debería ser el objetivo primordial.
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