En recuerdo de Pedro Rodríguez-Ponga y Ruiz de Salazar
No pueden faltar estos sentidos renglones de profunda tristeza y hondo sentimiento ante el conocido deceso, en la capital de España, del muy admirado don Pedro Rodríguez-Ponga y Ruiz de Salazar, a la avanzada edad de 99 años, hijo del científico e insigne doctor en Medicina, especialista en psiquiatría, don Pedro Rodríguez-Ponga Dorado, nacido en La Felguera y fallecido en Madrid con sólo 36 años, a cuyo testimonio humano y profesional le dedicó el novelista don José Antonio Martín Aguado la documentada y hermosa obra «Pedro Rodríguez-Ponga. Una vida dedicada a la psiquiatría».
Cuando Rodríguez-Ponga y Ruiz de Salazar fue informado desde La Felguera de que el Ayuntamiento de Langreo había aprobado erigir el solicitado monolito en recuerdo y memoria de su padre aquí nacido, llamó a algunas personas, sintiéndose enormemente y rebosante de alegría por el acuerdo que había sido tomado por la Corporación municipal tras años de larga espera. Desafortunadamente, bien poco le acompañó la personal e íntima alegría, dado que el fallecimiento le ocurrió casi seguidamente. Este triste acontecimiento le privó de gozar de tan inmensa alegría y de compartir, al ver creado en bronce o en piedra, el esperado monolito, que había solicitado con anterioridad el Colegio de Médicos de Asturias y, posteriormente, en el año 2010, unas cincuenta entidades de carácter profesional, social, deportivo, culturales, recreativas, etcétera, de Langreo, Madrid y Asturias.
En prensa de Madrid, cierta y recientemente, tuvo acogida y elogiosos espacios hacia nuestro admirado señor Rodríguez-Ponga y Ruiz de Salazar, de muy conocida y profunda vinculación con La Felguera. Siempre muy complacido cuando realizaba sus visitas a la villa felguerina, lugar de sus mayores y directos familiares. Aceptó plenamente ser pregonero de las fiestas de San Pedro, pronunciando en tan señalada ocasión una hermosa disertación, en la que mostraba sus vínculos con nuestro solar, e inclusive hasta con el nombre de Pedro, con hijos y nietos a quienes les imponía el nombre, aumentando el santoral de San Pedro.
Se tuvo la reciente ocasión de leer en el diario «ABC», debido a la magnífica pluma de don Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría, compañero de su padre, que entre otras cosas expuestas nos permite extraer «la alegría, amistad, integridad y solidaridad son cuatro valores que significan en don Pedro el haber acogido clara disposición hacia el bien».
A la espera de la creación del monolito acordado por el municipio langreano, supondrá la sobrevenida circunstancia el llevar en sí doble dedicación.
Antonio Fernández Velasco,
La Felguera
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