Fitur, una feria a renovar
La Feria Internacional de Turismo –Fitur– necesita una renovación en su estructura y en su engranaje. Este año en este certamen se dejó sentir con fuerza con esa crisis que todo lo estropea, lo desanima y lo manipula. Un ambiente extraño, menos pabellones, pocas comunicaciones turísticas, bastantes menos contactos con touroperadores y menos público en los días abiertos para todos. Los profesionales fueron conscientes de que esta feria debe reinventarse y darle un giro en su proyección y si fuera necesario realizarla cada dos años para alcanzar más interés, más asistencia de países y ofertar mejores opciones de fomento y promoción pública.
Subtítulo: La marca nacional está en juego
Destacado: Debe dársele un giro en su proyección y, si fuera necesario, realizarla cada dos años, para alcanzar más interés, más asistencia de países y ofertar mejores opciones de fomento y promoción pública
En los últimos años este festival turístico se observa como una feria de las vanidades, mucho colorismo, músicas y espectáculos variados, algún que otro regalo para los sentidos, colas eternas para alcanzar un culete de sidra, una viruta de jamón de Guijuelo, un vasito de café colombiano o un chupito de pisco, por poner unos ejemplos claros y nítidos. La gente, por una bolsa de Renfe o una maleta de cartón de líneas marítimas, se transforma y monta un sonado jaleo. Inexplicable. A lo regalado, gracias y más colas…
Y los pabellones españoles en esta ocasión demostraron poca promoción. Había tristeza en los rostros de las azafatas, y las actuaciones públicas brillaron por su ausencia. Y en muchos casos las presentaciones se llevaban a cabo en hoteles de Madrid, como fue el caso del turismo termal gallego. Orense ofreció un espectáculo sobresaliente de su programa termal, sus modernas instalaciones y los proyectos a desarrollar en este campo del termalismo. Lo mismo que la feria Xantar, un certamen gastronómico de altura de miras que cada año avanza más en su interés promocional. Decir que los pabellones de Galicia y Asturias estuvieron muy animados, y durante la feria los organizadores demostraron el verdadero valor del turismo con sus propuestas, sus charlas, sus debates y las orientaciones pertinentes sobre los distintos destinos a escoger por los visitantes… En Asturias con un pabellón muy recoleto y funcional, el cocinero Nacho Manzano, dos Estrellas «Michelin», se encargó del restaurante con acertadas propuestas de la cocina regional, la pena fue que se quedó escondido tras su cocina y mostrador. Muchos visitantes esperaban alguna aportación pública de sus impecables recetas, como hicieron algunos de sus colegas en otros pabellones. Hubiera sido una manera de resaltar el buen momento de la culinaria asturiana y aprovechar ese recinto ferial para marcar pautas de estilo y vocación cocinera.
Los gallegos, con los alumnos de la Escuela de Hostelería de Santiago, dieron buena cuenta de su labor profesional con aportaciones memorables de los fogones gallegos con la compañía de sus estupendos caldos, donde no faltaron los albariños, godellos, ribeiros, ribeira sacra o monterrey. Éxito para Asturias y Galicia en un certamen que pide a gritos una reforma total en su planteamiento para que el turismo, esa actividad económica primordial en nuestra balanza de pagos, no desfallezca y se desmorone como muchos sectores en nuestro país. La crisis empuja y perjudica, pero no hay que hundirse por esta situación, los responsables de la Feria, junto con Turespaña y la Secretaría de Estado de Turismo deberían ponerse manos a la obra, analizar a fondo el momento que vive el turismo, estudiar propuestas novedosas para la promoción verdadera y alcanzar la excelencia con la puesta en escena del Defensor del Turista, una figura imprescindible en este campo para salvaguardar, entre otras cuestiones, los problemas que puedan suceder a los millones de visitantes que cada año se dejan caer por España. La directiva de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo –FEPET– ha reivindicado esa figura fundamental como elemento básico en la buena marcha y el disfrute doméstico del turista accidental. ¡España, si quiere, puede! Y la marca nacional está en juego.
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