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Belmonte, una tierra cargada de emociones

28 de Mayo del 2009 - Carlos Cuesta

Adentrarse en el concejo de Belmonte es percibir la fuerza de la naturaleza y el patrimonio cultural en el mismo momento de tocar esta tierra del suroccidente asturiano. Para cualquier viajero observador, la atracción natural de Belmonte y la afabilidad de sus moradores son realidades palpables y fundamentales que conducen a hacer turismo; una manera de promover y proyectar el indudable potencial que atesora este entorno bañado por el Pigüeña y el Narcea. Y vivir Belmonte es conocer de primera mano la belleza, casi inmaculada, de sus sierras y picos, sus caminos infinitos, su historia preñada de notables episodios, sus monasterios, su etnografía, los vaqueiros de alzada, su ganadería, su variada oferta gastronómica y la nueva actividad turística del hospedaje rural con dos referencias interesantes como son: la central eléctrica de Silviella, adecuada con estilo como apartamentos temáticos, y la Casona de Oviñana, donde se conjugan las vivencias del agroturismo y el servicio familiar.

Subtítulo: Se está trabajando para ofertar lo mejor y más variado de su esencia natural

Destacado: A cada paso siempre surge una realidad atractiva y un momento de ensueño

Actualmente Belmonte no quiere perder el tren de la modernidad y está trabajando para ofertar lo mejor y más variado de su rica esencia natural. La historia lejana de las minas auríferas romanas, recientemente explotadas y clausuradas a los pocos años de su puesta en marcha, se refleja en el Aula del Oro, un pequeño museo en la capital belmontina donde se explica lo más interesante de lo que representó ese mineral en Asturias. Lo mismo puede decirse de la artesanía local, con el Machucu como expresión de esa etnografía antañona. El mazo es propiedad de Gerardo Hevia y los vecinos de Belmonte están intentando, con el apoyo municipal, que pase a manos públicas para mejorar sus instalaciones y ofrecérselas a los visitantes como reclamo local y un ejemplo de la industria del hierro en la zona.

Y en esta tierra de emociones que es Belmonte, a cada paso siempre surge una realidad atractiva y un momento de ensueño. En el área recreativa de Las Llavanderas, a la sombra de innumerable foresta y bosque de ribera, el esplendoroso río Pigüeña acoge al forastero con ánimo y frescura. Un rincón idílico y preparado para pensar, el descanso y el divertimento. La escala salmonera domina el cauce con un interesante monumento, obra de Favila, de homenaje al pescador, y este hecho dice mucho de lo que representa la pesca de salmónidos en estos rincones de la Asturias suroccidental. Y más turismo… Los atractivos de Belmonte ya los mencionó el viajero inglés Joseph Townsend en 1786 cuando se acercó a escudriñar estas tierras astures en busca de nuevas sensaciones. «Cuando llegamos a San Andrés de Agüera pedimos alojamiento en la casa rectoral, donde el buen párroco nos recibió afectuosamente»… Belmonte, tierra pródiga en verdad, hospitalidad y pasión natural. El alcalde perpetuo del municipio, Roberto Pérez López, bien lo sabe y nos lo repite constantemente. Y lo que más llama la atención del viajero animado son las espaciosas vegas en la confluencia fluvial del Pigüeña y el Narcea. Esa riqueza verde que reporta infinidad de productos hortícolas y que es toda una despensa para la buena cocina, la cocina de la zona basada en esa realidad natural. Y siempre que alcanzo Belmonte me vienen a la mente y al paladar aquellos guisantes con jamón que tan bien preparaban María del Carmen y José María en Las Mestas, Oviñana. Los efluvios de la sabrosa culinaria belmontina están presentes en el paisaje bucólico y atrayente de estos enclaves. Y en honor a la verdad la emoción pudo conmigo en El Llagarón. El repollo relleno, el pote de berzas y las carnes de la zona, amén de la rica dulcería doméstica, son poderes sobrenaturales que convierten al viajero en un hombre feliz, un hombre nuevo. Y con esos recursos, que lo sepan Rosa y Mari, concejala y agente de desarrollo rural, respectivamente, Belmonte, capital y concejo, tienen asegurado el futuro turístico. ¡Palabra!

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