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Credibilidad, condescendencia de la ingenuidad

11 de Marzo del 2013 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Sólo los ingenuos pueden otorgar esta cualidad a algún que otro individuo, pero desde luego el suponérsela a un conjunto de individuos agrupados en la forma que sea, gremio, asociación, institución, etc. demuestra una clara deficiencia apreciativa que va más allá de la mera ingenuidad.

Me dice quien ve programas de televisión, que me obligan a encerrarme en la habitación para no entrar en una vomitona incontrolable, que oyó mencionar los abucheos al Príncipe en el ceremonial a Chávez.

Me he puesto a buscar en la prensa española y no hubo forma, ningún periódico, al menos en todos los que yo repasé, lo menciona. En una tertulia que, curiosamente, escuché en la radio esta noche previa a la mañana de hoy, los periodistas se mostraban preocupados por un futuro en cuyo presente, con esto de Internet y las redes sociales, ya todo dios se dedica a ejercer la carrera sin haberla cursado. Y tienen razón en estar preocupados, pues no aventajan en nada a los espontáneos en los que yo considero dos factores fundamentales para separar el grano de la paja: rapidez y credibilidad para publicar las noticias. Ni son más rápidos ni tienen mayor credibilidad. Ahora se han metido en un debate sobre quién debería haber ido o no ido en representación de España y, como no podía ser de otra manera, dada la ocasión, para seguir soltando huevonadas sobre la preponderancia, per se, que España debe tener en las relaciones internacionales de los países hispanoamericanos.

Prefiero creer que no son tontos, se hacen, lo que no sé es por qué. Por un lado, la forma en que España debe actuar para asumir el papel, que todos parecen de acuerdo debe tener, es una simple gilipollez. Convienen, los más conservadores, en cuando menos llevar las relaciones con el cinturón flojo. Una memez de prólogo de psicología que ha de ser rechazada en todos los hábitos vivenciales, desde la guardería hasta la despedida: en el momento en que no tengas bien amarrado el pantalón te lo bajan y te dan. Y por otro lado, ¡otra gilipollez sin paliativos! Parecen convencidos de que nuestro paso por aquellos lares ha creado nexos de unión que nos hacen estar en una posición de favor muy por encima de cualquier otro país del mundo a la hora de entendernos.

La realidad es precisamente lo contrario. El único nexo de unión que nos favorece es el idioma, todo lo demás es un reconcomio genético hacia nosotros, que nos separa. Me revienta que no se vea o se rechace algo tan elemental y evidente. Creo que ya en alguna otra ocasión lo mencioné. Vuelvo a hacerlo. Los españoles considerados uno a uno por uno a uno de los venezolanos pueden ser buena o mala gente, amigos apreciados o musius apestados. Eso en las relaciones personales, ¡pero el sentimiento nacional es otra cosa! Por allá no tienen ninguna duda: Los españoles hemos ido a masacrar y violar a sus ancestros y a arramplar con todo lo que nos pareciera de algún valor. ¿Y quién gobernaba la España que sometía y arrasaba toda la America que pisaba?

¡¿Pero a quién coño se le ocurrió mandar allá al Príncipe?! Qué lumbreras tiene este país.

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