Atletismo: ¿se avergüenza la federación asturiana de sus atletas?
Lluvia, barro, indiferencia y abandono fueron los obstáculos que los atletas asturianos juveniles y cadetes encontraron en Ávila, en el Campeonato de España de Campo a Través en Edad Escolar que tuvo lugar el pasado domingo 17 de marzo. A pesar de ello, con ahínco, perseverancia, pasión y empeño, dos de las cuatro selecciones, la juvenil masculina y la cadete femenina con Isabel Barreiro vencedora individual, se subieron al podio a recoger las medallas de oro y bronce que en terreno tan enfangado consiguieron. Tómese el término enfangado en ambas acepciones, la literal y la figurada.
Esto que debería ser, como diría Juancar I, motivo de orgullo y satisfacción, no ha merecido hasta ahora ni una sola mención en la web oficial de la Federación Asturiana de Atletismo, que parece estar ocupada en nadar y guardar la ropa, en no enemistarse con institución o persona alguna, salvo que esa persona sea un atleta. Ups, perdón. Lamento haber desvelado el secreto: los atletas también son personas.
¿Hacen todo esto por maldad? Hombre, no. Pero se ven envueltos en una guerra presupuestaria y han errado plenamente la estrategia.
Veamos: se ha argüido hasta la extenuación que la organización de los Juegos Escolares es competencia del Consejo Superior de Deportes (CSD), que hasta 2012 aportaba financiación. Llega 2013 y el CSD convoca el campeonato, pero dice que quien quiera ir que se pague lo suyo. Es indignante, cierto. Y aún más cuando, en un artículo de opinión publicado en este mismo diario, el presidente del CSD, Miguel Cardenal, dice que su principal competencia es el deporte de alto nivel. Si sus antecesores en el cargo hubieran pensado igual, ahora él no tendría deportistas de alto nivel de los que ocuparse. ¿O no le explicaron en el cole que lo de la generación espontánea es un bulo?
Esto es lo que hay, y hay que luchar contra ello, pero ¿qué se les ocurre a nuestros (nuestros, de aquí, de Asturias, aunque parece que les tire más lo leonés) dirigentes deportivos?: decir que entonces nuestros atletas no van. Padres, clubes y atletas nos ofrecemos a financiar el viaje, lo que en forma alguna supone que el Principado de Asturias deba abandonar el resto de vías de presión, pero la respuesta es que no, que no y que no. Más propiamente, he oído que la Consejería de Educación, Cultura y Deportes deja libertad a las federaciones para acudir o no, pero que prefiere que no vayan. Eso es como cuando yo les digo a mis hijos: preferiría que no tocarais mi ordenador. Ellos me entienden y las federaciones también entendieron.
Espontáneamente se produjeron quejas, cartas a los periódicos y recogidas de firmas por parte de clubes y atletas reclamando, suplicando, que les dejaran –pagando– representar a Asturias en una competición de ámbito estatal. Resulta que somos muy pequeños, pero podemos mirar a los ojos a los grandes ¡y no nos dejaban!
En La Morgal el Campeonato de Asturias escolar de campo a través, donde tradicionalmente se decidían los integrantes de las selecciones asturianas, se organiza una sentada reivindicativa ¡y el director general de Deportes dice que también se sentará! Francamente, en lugar de mancharse el culo de verdín, prefiero que se bata el cobre en los despachos que es donde él, como político, debe pelear sus batallas, que el año que viene vendrá y esa guerra debe empezar a librarse hoy.
Finalmente, dejan que padres, clubes y atletas financien el viaje (¡les dejan pagar! ¿no suena a broma? por cierto, fue el único caso de autofinanciación y estaban todos), pero la Federación no hace ni una mención, ni una palabra, ni una nota, ni una palmadita en la espalda. Nada. Ni se publican las relaciones de seleccionados como en ocasiones anteriores, ni se habla del viaje, ni de los magníficos resultados. Nada.
Como si se avergonzaran de ellos. Dan ganas de competir bajo bandera pirata, sin patria.
Si no fuera tan asturtzale como soy, pediría a los asturianos que se federaran en Cantabria. Al menos tendrían la oportunidad de acudir a campeonatos estatales, competir, quizá ganar, y que alguien les dijera: ¡bien hecho!
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