Al neurólogo doctor Salas Puig
Apenas han transcurrido unos días desde que en una de las consultas anuales que mi hijo tiene en el Hospital Central de Asturias el doctor Salas Puig nos dio la noticia de que se va de Asturias.
Por un momento se nos dispararon todas las alarmas.
Mi hijo, Miguel Ángel, acude a la consulta de neurología con el doctor Salas desde hace muchos años. Él y yo nos quedamos fríos, de piedra, pues no terminábamos de creernos lo que el doctor nos estaba comentando.
Impotentes nos sentimos cuando nos dijo que se iba para el Hospital Valle de Hebrón de Barcelona. No puede ser que a una persona de la calidad profesional del doctor Salas le dejemos irse y nos quedemos impotentes, sin poder hacer nada.
Cómo hacer comprender en estas humildes líneas lo que este doctor ha hecho y hace por los enfermos epilépticos de Asturias. Persona profesional, humana, cariñoso, sensible. Hace de su vocación un arte. Lo definiría en términos taurinos, «torero».
Mi hijo ha encontrado en él lo que todo enfermo espera o necesita de su médico. Él ha logrado lo que parecía harto imposible por lo problemático de su enfermedad, culminar con éxito la labor que un día hace muchos años había comenzado. Sabemos, por sus palabras, que nunca podremos bajar la guardia, pero con el doctor Salas nuestros temores son mucho más llevaderos.
Los asturianos estamos más que orgullosos del equipo de neurología que tenemos en el Hospital Central de Asturias, pero permítanme que haga un pequeño apartado para nuestro querido doctor Salas.
Señor, se va para su tierra, Cataluña, lo sé, comprendo que su tierra chica le llame, pero permítame que sea un poco o quizá muy egoísta, pero no debe desvestir un santo para vestir a otro.
Cataluña tiene en casi de todo más que Asturias. Por tener, tiene incluso a uno de mis hijos. He de decir que se encuentra allí muy bien. Pero, por favor, otra vez, no, y ahora se lleva a uno de nuestros mejores médicos, el doctor Salas Puig.
No entiendo de letras, se ve mi escasa cultura, pero mi corazón sufre y aseguro que es el sentir de muchas madres y padres que están pensando lo mismo que yo.
Qué podemos hacer para que el doctor Salas no se vaya de Asturias, le queremos, necesitamos, respetamos, suplicamos ante quien corresponda que nos dejen a nuestro querido doctor. y si, como me temo, la decisión es suya, le pediría que reflexione y se quede para siempre aquí, en Asturias, de donde nunca debe irse.
Con estas humildes líneas quiero rendirle mi particular homenaje, pero, sobre todo, mostrarle mi cariño y el de mi familia.
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