Un médico que escuchaba
El pasado mes de marzo se jubiló mi médico de familia, José Antonio Garrido. Quería aprovechar estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA para agradecer la excelente labor de este médico y lamentar que no hubiera podido seguir ejerciendo la medicina a pesar de que a él le hubiera gustado.
El doctor Garrido era una persona que no escatimaba el tiempo con cada paciente, siempre con un carácter afable y acogedor, con una dilatada experiencia como médico de familia. Cuando asistías a la consulta, encontrabas a una persona que te escuchaba y te animaba, que te trataba con cercanía. Sabía hacerse cargo de los problemas y dar diagnósticos y tratamientos eficaces.
No soy experta en leyes, pero me resulta sorprendente observar que una persona con su experiencia y valía sea obligada a jubilarse, cuando todavía podía seguir realizando un magnífico trabajo con sus pacientes. Supongo que saldrá más barato contratar a una persona joven, pero los pacientes perdemos a un médico de referencia, con ciencia médica y con un trato humano de gran categoría. Y no hablo sólo a título personal, pues me consta que somos muchos los que lamentamos su marcha.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo