Cine asturiano
Hace unos días asistí a un intento encomiable de una directora asturiana de realizar un largometraje que en busca de la naturalidad en sus propias palabras renuncia al soporte que da un equipo profesional detrás de su trabajo. En efecto, se trata de una locura maravillosa en alguien con un extenso recorrido detrás y que me pareció muy honesta en cuanto a sus afirmaciones. Ha asumido un riesgo y está claro que el resultado, aparte de palmaditas en la espalda autocomplacientes, tan dados en provincias, tiene sus errores plenamente asumidos, ojo también sus aciertos.
Esto viene a colación de la tan traída frase que se escuchó en la mesa redonda siguiente. Con una simple cámara y gracias a las nuevas tecnologías todo el mundo está a un paso de realizar un largometraje, sólo hace falta el talento necesario para llevarlo a cabo. Esta frase tan socorrida en charlas, conferencias y otros eventos dados por diversos directores (alguno de la talla de Gonzalo Suárez, Trueba, etcétera) que al final nunca llevan a cabo lo que ellos mismos predican, son siempre muy aplaudidas por una audiencia tan necesitada de ver el vaso medio lleno.
Ese talento que supuestamente debe abundar mucho en esta provincia pero que ni se le ve ni se le espera. Es el mismo que cuando logra presupuesto para sus largometrajes contrata al mejor operador posible, al mejor director artístico, al mejor director de casting. Hombre pero si no hacen falta con una camarita y un programilla medio de montaje y mi talento ya está todo realizado. Las charlas están muy bien pero la realidad es que Almodóvar contrata a José Luis Alcaine, autores brillantes que realizan sus propias bandas sonoras, etcétera. Amenábar o Juan Antonio Bayona contratan a Xavi Giménez u Óscar Faura, La Nouvelle Vague se apoyó en Raoul Coutard, F Coppola en Gordon Willis (me remito a la fotografía porque es mi campo pero lo mismo diría de directores artísticos (de momento el único asturiano al uso con un Oscar de la Academia), figurinistas y todo el maravilloso circo del cine.
Ya sé, alguno dirá que Tarantino hace su propia fotografía, ya pero no lleva su propio sonido, ni realiza la composición de posproducción (y no lo olvidemos, no es por menospreciar a nadie, pero directores con esas capacidades no suelen aparecer por las esquinas).
Los nuevos soportes en la red permiten su visionado por unos cuantos miles de personas que quizá no se habría llegado por los canales tradicionales de distribución pero todos los que andamos por la red sabemos de la muy corta vida de cualquier contenido online, desde luego no llegarán a pases en la filmoteca pasado el transcurso del tiempo. Aunque reconozco que esta afirmación, como la de que una cámara semiprofesional se consiguen joyas, es gratuita.
Este es mi pequeño homenaje a todos los oficios que rodean el tremendo esfuerzo de un largometraje sin menoscabar para nada la figura del director, para mí el alma indispensable y el motor de cualquier proyecto. La mirada del artista..., que yo digo, la historia del autor. Un trabajo al que respeto profundamente.
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