Al señor del SOMA
Villa ha sido un gran representante de los trabajadores. Creo que pasará a la historia como uno de los grandes sindicalistas de nuestro país. Pero ha tenido el error que cometen muchos, querer mantenerse, perdurar y perpetuarse en el tiempo en el cargo; eso creo que le perjudicó enormemente de cara a tener más reconocimiento de la sociedad asturiana, más en concreto de las zonas mineras. Una retirada a tiempo siempre le hubiera mantenido el recuerdo de lo bueno y mucho que hizo por la minería, pero el seguir queriendo estar sólo le aportó desvalorización, el perder gran parte de lo conseguido durante los años que ha dejado huella como un defensor a ultranza de los mineros. Si pisoteas demasiado tu pasado vas borrando esas huellas que te recordarían como realmente has sido, alguien importante, y las entremezclarás con otras ya no tan a tener en cuenta.
Por ello, señor José Ángel Fernández Villa, me quedaré con el recuerdo de esa persona solidaria y solícita para con todos, digna, íntegra, entera y capaz de entregarse por los mineros de la forma que usted lo ha hecho. Obviando los últimos años, donde la osadía, las ganas de comerse el mundo, de revelarse contra la tiranía y de pelear por un futuro mejor se le olvidó que están en manos de la juventud. Lo cual es algo extraño, ya que sus inquietudes empezaron a muy temprana edad, lo cual da a entender que hasta se olvidó de sus principios y no supo dar la alternativa a quienes realmente deben gestionar sus ambiciones y sus objetivos, que jamás estarán en consonancia con los de nuestra generación.
¿Qué les dejamos a nuestros hijos, señor Villa? Creo que demasiada miseria y desempleo, para poder darle a usted el reconocimiento que realmente se merecía, y todo por querer mantenerse más allá del tiempo entendible en el cargo. Ya ve, borró las huellas importantes, y muchos se quedarán con las pisadas de su última etapa, cargada de apoltronamiento, al igual que muchos compañeros suyos, tanto en la vida sindical como en la política, que siguen queriendo rucar, sin dejar espacio a esos jóvenes más capaces, preparados y los únicos que deben proyectar su futuro como les venga en gana. ¿Por qué, Sr. Villa, Gabino de Lorenzo, Cascos, Isidro, Ovidio, Trevín, Carreño, Areces, Fernández, etcétera, etcétera, etcétera, se permiten, osan seguir marcando el camino de quienes tienen que recorrer ese futuro? Ustedes han tenido el suyo, ¡dejen, por el amor de Dios, de un vez a los jóvenes gestionar las miserias les dejan!
Sin más, señor Villa, desearle una larga vida, mejorar de todos sus problemas de salud (aunque a cierta edad, los achaques son la mejor manera de sentirse uno vivo) y que disfrute de su familia y amigos.
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