«Ausencia común»
Tristeza, he sentido una enorme tristeza al ver que lo que a otras personas se le denomina baja por enfermedad, ingreso o intervención quirúrgica, en mi caso aparece en un titular de periódico con mi nombre y apellidos denominándose «ausencia común» o ausencia continuada por motivos personales, entre comillas, en un momento en que la falta de ética y otros valores negativos aparecen asociados a diferentes personas de la vida pública y en el que entre comillas parece dejar volar la imaginación de cuantas perrerías y elementos oscuros de la organización estemos realizando. No pensaba escribir ninguna respuesta porque no merece ningún comentario, pero, una vez más, recordé que no sólo debemos pensar en nosotros mismos, sino en la gente que nos rodea, y pienso que merece la pena escribir unas notas.
En primer lugar, por mi equipo directivo y los mandos intermedios. Hasta el pasado 31 de marzo, es decir, hace once días, fecha en la que el director de Gestión, Carlos Martín, fue nombrado subdirector de Recursos Económicos del Servicio Aragonés de la Salud, dada su trayectoria profesional y procedencia, el equipo de gestión del Hospital San Agustín estaba completo, el equipo de enfermería y la dirección del hospital junto con la subdirección asistencial, también, y si bien es cierto que el director de Atención Sanitaria y Salud Pública presentó su dimisión hace unos meses, hemos contado con el trabajo excepcional de la coordinadora de Equipos de Atención Primaria, Dra. María Folgueiras, que ha intentado minimizar la ausencia de su superior. El hospital y los centros de atención primaria cuentan con jefes de servicio, supervisores, jefes de sección, jefes de equipo de todos los ámbitos y disciplinas y coordinadores que, creo, están haciendo adecuadamente su trabajo y así se puede ver reflejado en actividades, programas coordinados, proyectos de integración y, sobre todo, la vuelta a la normalidad después del conflicto laboral. Sería injusto para ellos con esta situación decir que estamos sin jefes.
En otro orden de cosas, necesito escribir esta nota por la gente que me conoce y me quiere. En ningún momento desde que asumí la Dirección Médica del Hospital San Agustín y posteriormente la Gerencia del Área, quise hacer público que padecía una grave enfermedad que, puntualmente, requiere tratamiento quirúrgico u otro tipo de tratamientos porque entiendo que es un problema personal, un lastre conocido, no algo que surge de repente, y que no debe afectar al proyecto de la organización del Área III y pensaba, probablemente equivocadamente, que si lo hacía público el Hospital San Agustín y los centros de atención primaria del Área III sentirían a su líder como algo enfermo y tendente a la extinción, lejos de la persona entusiasta, comprometida con la organización, el sistema público y los profesionales que realmente se merecerían. Mi cuerpo está enfermo, ni lo oculto ni lo niego, pero mi cabeza está íntegra y a mis conocimientos del sistema desde el trabajo en atención primaria, atención hospitalaria, investigación, salud pública, inspección, gestión, calidad y docencia se suma en este momento el conocimiento más importante, el estar al otro lado de, el ser paciente con todo lo que ese nombre conlleva, vivir el día a día con el resto de pacientes, familiares, amigos y como, en este mundo, a veces tan frívolo y falto de valores olvidamos lo efímera que es la vida y la angustia que genera la pérdida de lo más importante que tenemos: la salud. Y olvidamos en el día a día también que cuando perdemos la salud en nuestro país no nos preocupamos del dinero que tenemos en la cuenta, nadie nos pone en la disyuntiva de poner o no un tratamiento en función de nuestros ingresos porque tenemos un sistema público de salud, que, aunque con muchos problemas, oportunidades de mejoras, errores, iniquidades, soporta en el momento actual lo que nos pasa. Y es esa convicción de que tenemos que poder mantener algo así lo que hace que me levante todas las mañanas, me llene de ilusión y, sobre todo, de compromiso con la sociedad porque tengo un trabajo sensacional, puedo ayudar a mejorar la vida de las personas que me rodean y además, cuando llega fin de mes, me pagan por ello. Y me siento útil. Y hago un balance contable todas las noches de las cosas positivas y negativas que me ha deparado el día y hasta este momento creo que el balance es positivo para mí, para los profesionales del Área III y para los pacientes. Y si en algún momento la balanza se modifica hacia lo negativo en alguno de los ámbitos seré la primera en dejarlo puesto que mi visión del trabajo no es puramente económica (soy funcionaria), ni con ansias de poder, sino poner en práctica esa idea que unos llaman innovación y otros fantasía que permita hacer las cosas de otra manera para poder seguir manteniendo lo que tenemos aunque a veces me ponga triste por lo que llaman «ausencia común».
Begoña Martínez Argüelles, gerente del Área Sanitaria III, Avilés
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