El señor Monteserín y el himno
Hay cuestiones baladíes que, sin embargo, dejan traslucir problemas mucho más importantes.
Un himno no es algo esencial y la pitada al himno español y al Rey, no por ser rey, sino por ser el Rey de España, no deja de ser un incidente festivo o molesto, según el cristal con el que se mire y el sentimiento que se tenga. El hecho en sí, podría no dejar de ser más o menos anecdótico, como por ejemplo cuando recientemente el público que acudió a animar a España en el Bernabeu, silbó "ostentoramente" el himno turco, hecho que condeno y me avergüenza.
Sin embargo, esta pitada está trayendo bastante más cola y descubriendo cuestiones que trascienden de la pura anécdota.
Vaya por delante que quien esto firma se siente profundamente español, como asturiano, y que me ha dado treinta patadas ahí donde ustedes suponen la pitada y los abucheos de la final de Copa.
Me ha dolido la pitada, me han dolido las manifestaciones posteriores de a lgunos -otras me han confortado,c omo las del señor Durán i Lleida, siempre "chapeau"- pero lo que más me ha machacado ha sido ela rtículo del Sr. Monteserín, proponiendo que se suprima el himno y la presencia del Rey.
Me ha dolido, y alarmado, que la Sra. Vicepresidenta y el Sr. Rajoy hayan optado por la postura de hacerse el sordo, el bobo solemne que diría el Sr. Rajoy, huyendo de afrontar el problema en su verdadera dimensión y atribuyendo a una minoría, recurso muy socorrido, lo que todo el que tenga oídos ha podido comprobar que secundó la inmensa mayoría. Volvemos aquí a la frase inicial de este articulín, ¿es así como afrontan unos y se dispone a afrontar el otro los problemas del gobierno? ¿mirando para otro lado?
No he oído decir ni mu al Sr. Zapatero, hincha confeso del Barça y que evitó muy cucamente acudir al evento oliéndose la tostada.
Me ha jo...robado el cinismo del Sr. Anasagasti, aprovechando, una vez más, para sacar a Franco de la tumba, santo remedio utilizado profusamente por parte d ela izquierda radical española o de los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, para excusar su spropias meteduras de pata o desafueros.
Me han dolido algunos comentarios del pueblo llano en los foros digitales de LNE, especialmente el de alguien que decía que el Rey había ido a provocar y que el himno se había tocado para lo mismo. ¿Alguien se quejó de provocaciión en todas las finales de copa del Rey que se han venido celebrando todos estos años atrás, presididas por Rey y con el himno sonando a todo trapo?
Pero el trasfondo más grave de esta cuestión, que podría ser baladí, es la actitud claudicante que se trasluce en el escrito del Sr. Monteserín.
Resulta, y esto ya es serio, que la táctica perfectamente premeditada de los nacionalismos anti-españolistas es ayudar a fomentar esa conciencia que está extendida entre muchos españoles, vergonzante y confusa, de que España es no se qué cosa, una especie de invento falso, algo que noe xistió jamás nitiene razón de existir, que no es una nación, porque eso está reservado para Cataluña, Galicia y Euskadi-Euskal-Herría, y por lo tanto no merece tener nombre "éste país", "el Estado", ni bandera, ni himno, ni mucho menos letra para ese himno. Que es muy democrático cantar henchidos de emoción un himno tan violentamente truculento como "Els Segadors", pero es un acto fascista intolerable intentar cantar el himno español. Que está muy bien que es un evento político con excusa deportiva como un Catalunya-Euskadi o un Catalunya-Brasil suenen los respectivos himnos y se rodeen de las debidas solemnidades, pero es una provocación a una memez que en la final de un torneo de fútbol español, lo presida el jefe del estado español, sea rey o presidenta de la república (a mí me da lo mismo) y suene el himno español.
Lo peor, lo más grave, es que la tesis del Sr. Monteserín es la salida más fácil para los que no quieren ver, comoe l Sr. Rajoy y la Sra. De la Vega y que tiene pinta de ser propuesta de caballo ganador y veremos la próxima final de la copa del Rey bajo los sones del himno a la alegría y con S. M. de viaje oficial ineludible por vaya usted a saber qué lejano país.
Así, el resultado final de la ofensa de las aficiones nacionalistas vasca y catalana al himno y al Rey será haber dado un paso más en su política, nada baladí, de borrar del mapa a España y a los símbolos que la representan y la identifican.
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