Escupiré sobre vuestros derechos
Escupir o acosar, son fundamentalmente actos de mala educación, porque la educación es también, fundamentalmente, reprimir nuestra supuesta libertad para no ofender ni violentar a los demás más allá de lo justo y necesario para que tomen conciencia de que ellos mismos también deben darnos libertad y no acosar. Y así cumplir todos con las buenas formas que en algunos lugares serán unas y en otros, desgraciadamente, serán desagradables-. En este Gijón del alma no los vemos, pero basta bajar la vista al piso de las aceras, para ver una multitud de chicles pegados que acosan nuestra vista.
Hitler subió al poder democrática y masivamente para luego saltarse la Constitución (las normas). Sintiéndose acosado en sus delirios por los judíos, decidió apartarlos y eliminarlos. Lo suyo, desde luego no fue acoso, fue derribo. No fue sólo mala educación, fue maldad a secas. Cuenta Hannah Arendt que el porcentaje de supervivientes entre los judíos que se enfrentaron a los nazis fue mayor (a pesar de ser un acto suicida) que el porcentaje de los supervivientes que, educadamente y de forma políticamente correcta, no se enfrentaron ni los acosaron. ¿Son «Stop-desahucios» nazis o filo-terroristas?
No cabe duda que el acoso a políticos democráticos es tan maleducado que resulta violento. La democracia no es compatible con el acoso a ciudadanos, sean políticos o no, pues sólo significaría que: o se está perdiendo o se ha perdido la democracia. Hay verdad cuando se dice que si aparecen las masas enfebrecidas, aparece el populismo que da pie a los totalitarismos. Pero también es verdad que nuestra Constitución, si bien dice: «Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen»; también dice: «Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa». Claro que de lo que se trata fundamentalmente es de lo que no vimos, y nadie desde hace treinta años quiso ver, que: «Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo». Últimamente, además de incumplirse lo anterior con el 25% de los ciudadanos, a muchos se les niega además que: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada... regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos». No quisimos verlo, pero se ha escupido y se escupirá sobre nuestros pisos con la especulación del suelo mientras las plusvalías se van a parar a bolsillos particulares: más o menos institucionales o no. Pero aún, con todo, lo más preocupante es que quizás a causa de lo que pueda descubrirse entre tanta corrupta conducta, se intenta amordazar a la prensa saltándose aquello de: «Se reconocen y protegen los derechos: ...A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades». Es que merecemos más.
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