El señor Jáuregui quiere silenciar a la Iglesia
Ya ven por dónde nos salen ahora los amigos socialistas. Amos, que por qué no te callas. Acaba de decirlo Ramón Jáuregui: la fuerza de la Iglesia en el debate público es anómala y exagerada. Esto, traducido al román socialista, quiere decir que ustedes a la sacristía, a rezar y esas cosas, que para hablar del país y de los paisanos ya estamos nosotros.
Se quejan de que no escuche a los colectivos profesionales de la sanidad y la educación pública o a los promotores de la iniciativa popular antidesahucios cuando, sin embargo, los obispos son escuchados en primer término. A mí sí me gustaría decir a los amigos de la izquierda, laicistas de ahora y anticlericales de siempre, que no se puede hablar de diálogo, pactos, consensos, y todas esas cosas, y luego decir a una institución como la Iglesia que se calle, aunque sólo fuera por una cuestión de números.
Los sindicatos UGT y CC OO, según datos que ellos mismos facilitan, tienen aproximadamente 1.200.000 militantes cada uno. El PSOE debe andar por los 217.000 afiliados, y el PP por los 800.000. En las elecciones de 2011 el PP obtuvo algo así como 10.800.000 votos y el PSOE 7.000.000. Sobre la Iglesia católica no voy a hablar del número de bautizados. Pero sí afirmar que en el año 2012 fueron aproximadamente 7.500.000 las declaraciones del IRPF que llevaban la crucecita a favor de la Iglesia. O decir que, según datos del CIS, un millón de españolitos va a misa cada día, un 15% todos los domingos a misa, y un 22% con cierta frecuencia.
¿Y me dice el señor Jáuregui que una institución con esas cifras no debe ser escuchada, que debe estar en el debate público al mismo nivel que la Plataforma Stop Desahucios? Imaginen que un día la Plataforma Stop Desahucios consigue que se reúnan un 15% de los habitantes de España en asambleas. Ese día arden Troya, los telediarios, el Congreso, el Senado, se piden elecciones anticipadas, se queman tres o cuatro iglesias y de paso se apedrean unas cuantas sedes del PP. Pues ahí lo tienen. Eso lo reúne la Iglesia cada domingo y no sólo no pasa nada, sino que hasta le niegan el pan y la sal de la opinión.
¿Y qué me dicen de nuestros queridos sindicatos? Dos millones cuatrocientos mil militantes entre UGT y CC OO. Pues nadie osa mover una maceta sin que Méndez y Toxo lo aprueben. Eso sí, a la Iglesia, con siete millones y medio de declaraciones de IRPF a su favor y un 40% de españolitos practicantes, ni agua.
Porque somos pacíficos y estamos enseñados a poner la otra mejilla, y ya se sabe que sor Genoveva no va a cerrar jamás su centro de ayuda a los pobres, ni Cáritas los despachos ni comedores, y que la enseñanza concertada seguirá subsistiendo porque las monjitas y los frailecitos, en lugar de tirar de visa oro para pagarse mariscadas de mil euros, suelen ser bastante sobrios y con poco se apañan. La Iglesia hablará lo que le dé la gana, hasta ahí podíamos llegar. Y los obispos, que tienen tras ellos millones y millones de católicos, harán llegar a sus fieles lo que les parezca y opinarán lo que quieran y ante quien les plazca. Le guste al señor Jáuregui o no. Hasta ahí podíamos llegar.
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