Somos maleducados
Los españoles somos maleducados. Tal vez por aquí no lo sepamos o no nos demos cuenta, pero en el extranjero lo tienen muy claro y para ellos es una de nuestras señas de identidad, como la paella, la sangría o los toros. La gente que viene de fuera flipa. No tanto los turistas que nos llegan, que tampoco están para muchas sofisticaciones, como los que vienen a trabajar o a estudiar y se quedan el tiempo suficiente como para calarnos un poco. Y al final acaban por aceptar como otra de nuestras particularidades que aquí no se diga gracias, ni por favor, ni disculpe.
He visto a una embarazada en el metro, no diré de qué ciudad, a la que nadie cedía el asiento, creía que era un mito, algo imposible, pero puedo asegurar que lo vi con mis propios ojos. Uno, por gentileza, aguanta la puerta al que viene detrás, que pasa sin decir gracias, como si fuera su privilegio, luego escucha como un chaval de quince años dice campeón, ¿tienes fuego?, a un señor de sesenta, y luego ve a un ejecutivo correr para coger su asiento en el tren antes que nadie. Y entonces uno entiende mucho de lo que nos pasa.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo