No se puede
No se puede llevar al país al punto que estamos llegando, con más de seis millones de parados. No se pueden plantar delante de los dignatarios europeos y que cuando les digan que nuestro país es el que menos impuestos paga o que es necesario hacer más ajustes asentir como si nada. No se puede pagar un precio tan alto, no se puede mantener nuestra permanencia en la Unión a costa de la ruina de seis millones y pico de familias, porque por si no lo saben, darse un paseo por las calles de nuestras ciudades se ha convertido en la tristeza de ver cada día más negocios cerrados, gente viviendo en los coches o personas buscando en los contenedores porque su dinero no les llega ni para comer.
No se pueden desoír las advertencias del FMI acerca del peligro de que esto pase de ser una crisis temporal a una crónica y tener oídos sólo para la señora Merkel y sus políticas hiperrestrictivas.
Sus alternativas no pueden traducirse siempre en varapalos sociales, en angustia y desesperación para tantas personas que están perdiendo sus puestos de trabajo, sus ahorros y la esperanza de un futuro tranquilo para los suyos.
No nos engañen, no nos digan que este año va a ser el último y que en el 2014 renaceremos como el ave fénix de nuestras cenizas. No es cierto, y ustedes lo saben. Las empresas que han quebrado no volverán a abrirse, los negocios que no han superado la crisis no empezarán de nuevo su actividad. Los derechos que hemos perdido tardaremos mucho tiempo en recuperarlos y el fantasma del paro seguirá persiguiendo a los trabajadores, que seguirán aceptando condiciones abusivas con tal de mantener sus puestos y asegurar la economía familiar.
No puede su partido hablar de acoso, de que se violan los derechos fundamentales cuando les increpan porque los ciudadanos estamos siendo acosados cada día con la tremenda incertidumbre de lo que pasará con nuestros hijos, nuestras casas, nuestros ahorros, o con nosotros cuando lleguemos a mayores.
Hay mucha gente desesperada en este país que están viviendo auténticos dramas en sus casas, y yo, no sé ustedes, pero miren, ¿que me tengo que privar de vacaciones?, bien, ¿del coche?, también, ¿de la cañita de los viernes? Perfecto, pero que tu hijo te diga que tiene hambre y tener la nevera vacía. Terrible, y ya no hablo del tema desahucio porque eso es ya el colmo de los colmos.
¿Eso no es acoso? Nos están apechugando de mala manera, y ¿qué pretenden? ¿Que nos estemos quietos, mudos, que no hagamos nada, que lo dejemos pasar? Y con esto no estoy apoyando la violencia ni el insulto, pero sí la manifestación y el clamor de un pueblo asfixiado, de familias necesitadas, desahuciadas, con el futuro totalmente truncado y oscuro.
Sus soluciones deben ser replanteadas, negociadas, no todo vale, y hágannos a todos el favor de sentirse más españoles que europeos, más humanos que políticos, y abandonen el discurso de la paciencia y la resignación porque estamos ahogados, cansados y hartos de impunidades, de abusos, de comisiones millonarias, de excusas y de mentiras.
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