Una de sanguijuelas
No sé si ustedes lo recuerdan, pero hubo un tiempo en el que la ignorancia de los galenos para tratar las más diversos males de salud se descargaba con la práctica generalizada y salvaje de las sangrías. El tiempo ha puesto de manifiesto el acierto y la adecuación de tan inteligente y versátil terapia.
Acabo de oír en una radio minoritaria una afirmación lapidaria con la que coincido plenamente: con Zapatero y sus equipos a imagen y semejanza teníamos una peligrosa e imprevisible inutilidad en el Gobierno; pero no engañaba a nadie con sus ocurrencias, ni a propios ni a extraños. Con Rajoy y las expectativas suscitadas por sus brillantes economistas (ya hemos visto que el resto del programa electoral lo tiene hibernado) estamos viendo lo que es una patológica indefinición y la inutilidad, ya casi sin esperanzas, con una agravante contractual de engaño y abuso de confianza, al menos para sus votantes (igualito-igualito que víctimas de las preferentes).
Si toda la política de recuperación y reforma estructural del presidente del Gobierno y su equipo económico descansa en la sangría de los impuestos, dando por sentado que el paciente va a permanecer incólume frente a la constante agresión en todos sus miembros y vísceras, no es porque desconozcan las dos primeras lecciones de la economía (aquéllas donde este arte estocástico ya es ciencia). No. No se va a tocar el cáncer de la Administración autonómica y sus colaterales, ni se va a cortar el permanente chantaje de los nacionalistas y sus protectorados de corrupción. Y no se va a hacer porque esta farsa de independizarse en tiempos revueltos (que dicen en otra cadena) tiene una salida bien conocida: cuando en las próximas elecciones el PP pierda merecidamente la mayoría absoluta que ha dilapidado, siempre podrán acudir en su apoyo por la tarifa consabida, de la que ya se están haciendo anticipos a cuenta. Y es Rajoy necesita más tiempo para mostrarnos cómo hace que sube, o cómo hace que baja, o no, por la escalera, que es para lo que parece querer el poder un registrador de la propiedad.
(Dicen también en la mencionada emisora que, cuando más harto estás del actual Gobierno, va Rubalcaba y abre la boca y ¡te das cuenta de que aún podría ser peor!).
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