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El culebrón de Sánchez Ramos

7 de Diciembre del 2008 - María García Velasco (Oviedo)

Como lectora de LA NUEVA ESPAÑA observo con estupor día tras día que nuestros ediles municipales en vez de dedicar su tiempo a solventar los problemas de los sufridos ciudadanos se dedican a tirarse dardos entre ellos (a ver si acaban de una vez con Gabino, ya que en la urna no pueden), y todo por mor de la rebaja del sueldo.

Para empezar, cuando es para ponerse buenos y abusivos sueldos todos se ponen de acuerdo, pues yo nunca he leído ni oído que ningún parlamentario o edil municipal de la izquierda haya denunciado el alza como algo inmoral. Se reparten la tarta y todos felices.

Pero he aquí que esta vez, debido a la crisis galopante que nos afecta (para los políticos no hay crisis, Zapatero estuvo meses negándola), el alcalde de Oviedo decidió que en pos de la austeridad había que rebajar los suculentos sueldos de los concejales y que sólo cobrarían las dietas los que no tienen dedicación exclusiva. Y he aquí que le salió un concejal respondón y, para más señas, de la izquierda. Dicho concejal cobra la nada despreciable cantidad de 100.000 euros (más de 16.000.000 de las antiguas pesetas) durante el año en curso.

No me extraña tanta furia, señor Sánchez Ramos, quitarle esa lotería de golpe debe de doler mucho, ¿cómo se va a poder arreglar con sólo 23.619 euros más el paro, que asciende a 1.050 euros al mes? ¿Ha pensado en lo que ganan nuestros jóvenes titulados, todos con una formación que para sí la quisieran algunos de nuestros políticos? ¿Conoce a algún mileurista? Yo, a muchos.

Mire, señor Ramos, los dineros de los ciudadanos no han de ser para financiar partidos, deben ser sus afiliados y simpatizantes quienes los sostengan. La socialista señora Susana Alonso Pérez ya le sugirió una salida muy efectiva, que cada uno de sus votantes le pague un euro al mes, y no necesita que el Ayuntamiento lo financie.

El dinero público, el dinero del contribuyente, hay que invertirlo en mejoras a los ciudadanos, en servicios, en mejoras en las zonas más olvidadas, las rurales, la gran Cenicienta de nuestro municipio, y en paliar en la medida que se pueda la crisis que nos golpea.

El dinero de los contribuyentes no ha de servir para que cierta casta de políticos viva de ellos, haciendo de la política su modus vivendi. El político honesto ha de hacer una labor de servicio al pueblo, no servirse del pueblo para obtener una serie de privilegios.

Toda esa parafernalia que usted quiere llevar a la calle para defender su estatus es digna de un personaje carente de toda honestidad política.

Quizá la calle la deberíamos tomar los sufridos ciudadanos para pedir que se promulguen leyes regulando los sueldos y, sobre todo, los sueldos de nuestros representantes. Siendo éstos menos apetitosos, veríamos quién realmente tiene vocación de servicio al pueblo y no como ahora, que se forran con el dinero del pueblo y reparten la tarta con allegados, amiguetes, trepas de «la cosa pública», que no tiene dueño y no hay que sudar la camiseta.

¡Qué vergüenza! ¡Y dicen que son de izquierdas!

P. D.: No soy simpatizante de ningún partido, mi admiración por la izquierda la perdí cuando comprobé que eran los mismos con distintos collares.

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