Gracias a todos los moteros
El pasado 23 de abril marcó un antes y un después en muchas vidas, sobre todo en la de Samuel Roza, que se apagó en un instante y en un inexplicable accidente en Llanera, a lomos de su moto Suzuki. No sé si alguien está preparado para recibir la noticia de una muerte, sobre todo inesperada y repentina. Pero, en muchas ocasiones, la muerte se presenta a la puerta de nuestra casa sin ser invitada, y, en esta ocasión, nos llegó la noticia de la intrusa, por mediación de su novia y amigos, que a su vez fueron avisados por agentes policiales.
Triste y casualmente, como presagio de lo que había de venir, él mismo, un mes antes, en una conversación con su madre expresó, en palabras, las instrucciones a seguir cuando dejara de existir en su cuerpo físico y así obramos, tal como él quería. Creemos que sorprendió a mucha gente nuestro proceder, ante la falta de avisos sobre la noticia de su muerte, por lo que pedimos disculpas a quienes se viesen afectados por esa omisión, aunque la prensa (de manera autónoma) se ocupó posteriormente de ello.
Queremos agradecer, de todo corazón, a todos los familiares, amigos, clientes del negocio y conocidos que se conmovieron por la noticia y ofrecieron sus condolencias a la familia, haciendo especial hincapié en su amigo Motero y Sacerdote, que ofició la ceremonia de la Palabra en el Tanatorio.
Gracias, Miguel, porque arrancaste a cada uno de los asistentes lágrimas de emoción con tu discurso, el casco sobre el altar, acercándonos a tu corazón Motero, tan unido al de nuestro querido Samuel.
También nos sentidos impresionados y agradecidos por esa Marcha Motera, con vuestras monturas, latiendo al unísono, en un grande y sentido homenaje final a Samuel.
Fuisteis capaces, con este acto, de trasladar nuestro dolor más profundo al orgullo más desbordante. Creo que ni Samuel ni su familia jamás se hubiesen imaginado que tanta gente le quería y de qué manera.
Sí, creo que hubo un antes y un después en todas esas personas que estábamos en el Tanatorio y éramos totalmente ajenas a vuestro mundo, el mundo de la moto. La muerte de Samuel, aun siendo un durísimo golpe, sirvió para que todos los presentes allí abriésemos nuestra mente y nuestro corazón y entendiésemos por qué a él le apasionaba tanto la moto y su ambiente. Gracias por la lección que nos disteis de compañerismo, solidaridad, unidad y altruismo. Este acto perdurará en nuestros corazones el resto de nuestras vidas.
¡Gracias, Moteros!
Y donde quiera que te encuentres y por cada uno de los días de tu corta vida que pasaste con nosotros: ¡Gracias, Samuel!
Isabel Fernández Álvarez e Isabel Álvarez Arias, en nombre de la familia de Samuel Roza Álvarez, Oviedo
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