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1º de Mayo más que nunca

30 de Abril del 2013 - Pelayo García García (Avilés)

En los momentos actuales muchos se preguntan si hay algo que celebrar el 1º de Mayo, si existe el movimiento obrero, si el inconformismo ha muerto y si ya no existe el día del trabajo, debemos afirmar que hoy 127 años después, está más presente que nunca aquella aspiración de los Mártires de Chicago Ocho horas de trabajo, ocho horas de hogar y ocho horas de sueño.

En estos difíciles momentos, muchas personas deben reclamar su derecho a ocho horas de trabajo para poder sobrevivir, para mantener a sus familias y para tener una calidad de vida digna. Las erróneas políticas económicas y laborales impuestas por la rica Alemania y seguidas a pies juntillas por los distintos gobiernos intervenidos de Europa, nos ha conducido a un callejón del que resulta difícil salir. Se impuesto la máxima de trabajar más y cobrar menos, se ha impuesto la precarización del trabajo, la indignidad de los/as trabajadores/as en sus puestos y el máximo exponente es la generalización de los minijobs (la nueva forma de esclavitud del siglo XXI).

Nos repiten hasta la saciedad que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, laboralmente también, nos imponen reducciones salariales y reducciones de derechos sociales adquiridos. Pero se equivocan, si habíamos llegado a un determinado nivel de bienestar social, fue debido en gran medida a la lucha de mujeres y hombres que defendieron la igualdad y la dignidad laboral, por encima de otros intereses.

Hoy tenemos consagrado un modelo económico basado en la especulación, el dinero rápido y fácil, en el tráfico de influencias y en la información privilegiada de unos pocos señores del capital. La economía productiva, la real, la que se palpa, la que invertía en bienes y maquinaria para transformar materias primas ha quedado relegada a un segundo plano. Hoy las materias primas, los bienes de primera necesidad, los alimentos básicos, son objeto de especulación por parte de los grandes capitales, que las utilizan como medio especulativo, en opacos mercados elitistas, condenando al hambre y la pobreza a un número cada vez mayor de personas.

España se ha convertido en el máximo exponente europeo del fracaso de las políticas de austeridad, impuestas por Alemania y los señores del capital que gobiernan Occidente. Con unas cifras de paro escandalosas e insostenibles de 6.200.000 personas con nombres y apellidos, con familias, con deudas que pagar, con un futuro truncado y con un Gobierno que ha decidido tirar la toalla, no podemos permitirnos el lujo de no hacer nada y quedarnos esperando a esperar que escampe.

Primero las erráticas políticas llevadas a cabo por un gobierno socialista, contrarias en muchos aspectos a la clásica doctrina y valores que inspiran el socialismo, y ahora las convencidas y determinadas voluntades ideológicas de una derecha feroz, que ha traspasado todas las líneas rojas y no sabe a dónde nos conduce, ni cómo, ni cuándo. Nos vemos abocados a la mayor de las incertidumbres en un momento muy delicado, sin un futuro para una generación, que decimos que es la más formada, de jóvenes a los que la emigración es la única salida de futuro. Se cierra con ello el círculo y los países que poseen nuestra deuda, que controlan nuestro gobierno, nuestras políticas, también se llevarán nuestro mejor capital humano, hipotecando nuestro futuro como país.

Por todo ello, debemos abrir una puerta a la esperanza, al inconformismo y al movimiento coordinado de la sociedad. El recorte de los sistemas públicos de sanidad, educación y de la protección social ha de ser contestado con determinación y firmeza, conscientes de que un modelo productivo basado en la economía real es posible. En otros tiempos los sindicatos de clase fueron la mecha que encendía el motor de la masa obrera de los países contra la opresión y los abusos. Hoy su figura se ha desdibujado y su poder de convocatoria e ilusión han sido mermados, por ello ha de producirse una catarsis previa a la solución de la crisis del modelo de convivencia.

Podremos buscar las culpas fuera, que haberlas ha habido y muchas, como las campañas de desprestigio y mentiras orquestadas por los medios afines a los intereses especulativos, pero no es menos cierto que sería conveniente una mirada hacia adentro, hacia las anquilosadas estructuras y avanzar hacia unas organizaciones abiertas, transparentes y cuyos representantes sean ejemplos vivos de los valores que representa la organización, para evitar la desaparición de los mismos y la ocupación de ese espacio por movimientos descoordinados, con unos fines confusos y en ocasiones enfrentados y estructuras desorganizadas, que facilitan la negación de los propios movimientos por quienes se oponen a los mismos.

Feliz día del trabajo para quien tenga la suerte de tenerlo, determinación, lucha e inconformismo para que muchos/as otros/as puedan conseguirlo.

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