El tiempo pasa muy rápido
El tiempo pasa muy rápido, y van a cumplirse 30 años desde que finalicé mis estudios de Primaria. Entonces era acabar la EGB (Educación General Básica).
Hace pocos días he tenido la suerte de reencontrarme con aquellos compañeros, lo cual generó muchos y gratos recuerdos, a la par que miles de anécdotas.
Fue maravilloso, me sentí rejuvenecer y era increíble volver a encontrarme con los amigos y amigas de siempre.
A pesar de los lógicos cambios físicos que los años nos crearon, sentía que seguíamos siendo aquel pequeño grupo de octavo de EGB.
Entonces no éramos muchos, pero recuerdo que éramos una piña.
Y treinta años después, casi media vida, volvíamos a estar juntos en el mismo colegio, en la misma aula y con muchos de aquellos profesores.
Me apetecía sentarme con mis amigos en los nuevos pupitres para volver a hacerlos nuestros. Deseaba que los profesores nos volvieran a dar clase y que nos pusieran un examen sorpresa treinta años después. Anhelaba escuchar a Nico reclamando justicia.
Seguro que suspenderíamos todos. Ninguno hubiéramos querido aprobar con tal de repetir aquel curso de 1983; pero nuestros queridos profesores nos pondrían sobresaliente con tal de no volver a vivir las múltiples diabluras que les hicimos sufrir entonces. Estoy seguro.
Han sido treinta años y el tiempo pasa muy rápido, pero sé que cuento con el apoyo unánime de mis compañeros para que atreverme a poner nota a los que fueron nuestros profesores.
Señores, señoras: sobresaliente.
Sobresaliente porque nos supisteis enseñar los conocimientos que nos han permitido llegar a ser lo que somos hoy. Pero merecéis matrícula de honor porque supisteis educar a personas, a hombres y mujeres que, treinta años después, pueden presumir de seguir siendo una piña y que siempre presumirán de que tuvieron a los mejores profesores: Marián, Carmen, Luisón, Piedad, Nereida, Fidencio, Paquita, Juan, Ana, Víctor, Loreto, Marlén, Asunción, Maribel, Adamina, Tere y Joaquina.
A todos y a alguno más: gracias.
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