El «consenso» de Las Regueras
En respuesta a la carta «A vueltas con Las Regueras» publicada el 24 de abril y desde mi condición de vecina de Las Regueras, que también ha leído «La Fueyina Verde», paso a dar mi opinión de la misma, quizá más objetiva que la valoración hecha por la secretaria de organización del PSOE de Las Regueras, que, al fin y al cabo, está defendiendo desde su cargo los peligros que amenazan la permanencia en el poder del partido que gobernó y desgobernó en Las Regueras durante los últimos veintidós años. Por supuesto que lo hizo desde la legitimidad, con los respetables votos de los electores de Las Regueras.
Empiezo inquietándome por los alardes que usted hace del consenso PSOE-PP-Foro. No nos haga creer que eso es «normalidad institucional». Eso de un «sí a todo» no responde a las diferencias de criterio de las distintas opciones políticas, en algún caso contrarias a las propuestas contenidas en el programa electoral correspondiente.
En «La Fueyina» nos cuentan los acuerdos y los desacuerdos de las distintas propuestas votadas en las sesiones plenarias. Estoy muy a favor del consenso entre los distintos grupos políticos, pero nunca con el consentimiento a cambio de no sé qué (el ser teniente de alcalde tiene un precio), para sacar adelante propuestas totalmente desafortunadas para los intereses generales de los vecinos de Las Regueras: consenso para sueldos, consenso para modificaciones del crédito en el presupuesto, etcétera, etcétera.
Y, por supuesto, no es del todo verdad respecto a la «saneada» economía del Ayuntamiento de Las Regueras, ¿recuerda usted acciones u obras acometidas para estar endeudado? El crédito solicitado para pagar la obra de reforma de la sede del Ayuntamiento, si no se pagó, se debe, ¿o no? Y, a propósito de esta reforma, entiendo que no era lo más necesario para Las Regueras, teniendo en cuenta que hay otras necesidades básicas que imperan sobre ésta sin acometer. Parece que dicha obra iniciada en la legislatura anterior de mano y voluntad del entonces alcalde que, justificando la necesidad de espacio, aprovechó el poder del que disponía para borrar todo vestigio que perpetuase el recuerdo de regidores anteriores. Finalizada la misma, y sin entrar en apreciaciones de la necesidad de espacio de trabajo o del valor sentimental y patrimonial del edificio anterior, que ya no es lo que era, entro en el tema económico, es decir, lo que nos cuesta como regueranos y como asturianos; pues el regalo del Principado también sale de nuestros bolsillos. Y, añadido a la obra, el coste del mobiliario. Y la última es, a lo que parece, que no estaba previsto en el proyecto de reforma de la obra (ni en quién lo dio de paso) que el sol entrase por los ventanales: todo se arregla con el dinero del contribuyente. Así, «viva el consenso».
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