¡Si mi padre levantara la cabeza!
Hace unos días, por razones que no vienen al caso, volví a revisar los papeles que dejó mi padre a su fallecimiento y reencontré algo que en su momento me había llamado la atención, pero que ahora cobra plena actualidad. Se trata del resguardo de un giro postal al que está grapada una nota explicativa que viene a decir lo siguiente: El día 19 de mayo de 1976 había asistido a la inauguración de la Residencia Sanitaria de Avilés en su condición de vocal del consejo provincial del Instituto Nacional de Previsión (INP). Al llegar al acto (que fue presidido por los Reyes de España) llamaron a los vocales del citado consejo a una oficina donde les entregaron un sobre con el nombre de cada uno y el importe de la dieta de asistencia, a la vez que les pasaban una nómina a la firma. Por la noche, al llegar a casa, vio que el sobre contenía 1.800 pesetas. Le asustó el importe, pues las dietas normales eran de 250 pesetas por sesión, y lamentó no haberlo comprobado al recogerlo para rehusarlo. Al día siguiente, a las nueve de la mañana, fue a Correos y lo devolvió por medio de un giro postal, haciendo figurar como remitente, para no ser identificado ni localizado, el nombre de Desiderio Porrúa Escanciano, que –aclara– respondía a la intención de Devuelto Por Escandaloso. Y finaliza la nota: Apacigüé mi desazón sin que nadie, absolutamente nadie, llegase a conocerlo, pues era una cuestión conmigo mismo. Yo y mi conciencia.
La desazón es ahora mía al traicionar aquella voluntad de anonimato, pero me animo a desvelarlo por dos razones. Primero, como homenaje a ese tipo de conducta que, aunque no se prodigue, afortunadamente existe. No es lo mismo coger lo que sea y callar, que callar y devolver lo que se considera inapropiado. Sin denuncias, sin alharacas, simplemente restituyendo lo que la conciencia dicta que es una percepción inmerecida. No sé si habrá muchos casos así, pero los que haya creo que merecen todo el reconocimiento. Y, por otra parte, para poner de relieve la relatividad de lo escandaloso. En aquella ocasión se trataba de una dieta casi siete veces superior a la habitual. Ahora asistimos a una escalada frenética de retribuciones atípicas de políticos, financieros, empresarios, consejeros e intermediarios de todo tipo. Las dietas, sobresueldos, gratificaciones, indemnizaciones no sólo se generalizan sino que llegan a alcanzar cuantías tan astronómicas que cuesta trabajo incluso asimilarlas. ¿Lo que se va a embolsar Alfredo Sáez al dejar el Banco de Santander son más de 87 millones de euros? Es decir, ¿unos 15.000 millones de las antiguas pesetas? Pues sí, y no parece que se haya armado mucho escándalo. Desde luego, Desiderio Porrúa Escanciano no daría hoy abasto. ¡Si mi padre levantara la cabeza!
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