Fiesta del trabajo, ¿pero de qué trabajo hablamos?
Aún recuerdo con cercanía aquél mayo del año 2008, cuando la crisis financiera internacional que había estallado unos meses antes empezaba a mostrar sus efectos negativos en la economía de los ciudadanos de muchos países occidentales, España tenía una tasa de paro de un 9 por ciento, poco más de dos millones de personas.
Solo los más pesimistas se hubieran atrevido entonces a pronosticar que cinco años más tarde se iba a triplicar; hoy, los desempleados representan el 27,16% de la población activa de nuestro país, o sea, más de 6.200.000 de desocupados.
En este pasado lustro ha habido dos reformas laborales de cierta envergadura --una con el gobierno del PSOE y otra con el Ejecutivo de Mariano Rajoy-- y numerosas medidas administrativas. Todo con el objetivo de fomentar el empleo. Pero ni el abaratamiento del despido ni la aceptación de peores condiciones laborales por parte de los asalariados, se ha traducido en la creación de puestos de trabajo. Posteriormente, en el año 2010, todavía se calificó de "tremebundo" el desempleo en España, entonces del 20 por ciento (4,6 millones de personas.
Hoy la situación no puede ser menos que adjetivarse de sobrecogedora y patética. Y lo peor es que el propio Gobierno, antes prepotente al prometer una rápida mejora del panorama, admite tácitamente que es probable que el paro crezca aún más y no ofrece otro motivo para la esperanza que la fe en que tarde o temprano sus recortes surtirán efecto. Pobre y corto mensaje para una sociedad a la que le sobra un sinnúmero de razones para rechazarla.
La economía sumergida y la predispuesta solidaridad en el seno de las familias están paliando el drama del paro, pero no puede mantenerse indefinidamente.
En esta situación de desánimo y angustia, acabamos de celebrar el Primero de Mayo, la fiesta del trabajo, ese bien cada vez más escaso y en muchísimas circunstancias en precario. Mas con las actuales cifras de desempleo, ¿cómo se han atrevido a conmemorar esta fecha? ¿Qué trabajo en éste momento puede ser aplaudido? Únicamente puede ser tenido en cuenta el trabajo que un sinfín de familias sufren lo indecible para pagar el alquiler, la luz la escuela de los niños y, sobre todo, el pan nuestro de cada día, que el hambre es muy amarga e inhumana. Porque una cosa es tener hambre, sabiendo que en breve podrás saciarla y otra es pasar gusa un día y otro, con ese malestar en el estómago que entristece los ojos del cuerpo y se cuela hasta el alma.
Por ello, ¿fiesta del trabajo? Sí, pero cuando la festejemos todos en el momento que haya trabajo para todos. Que no se haga esperar.
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