Juan Meana, un hombre ejemplar
Hace unos días fallecía en Gijón Juan Rodríguez Meana, un gran hombre, padre de familia numerosa y ejemplar en todos sus aspectos.
Yo he tenido la ocasión y el honor de trabajar con él, primero en la campaña electoral en la cual formábamos parte del equipo de campaña de Sergio Marqués (QPD), más tarde en su gobierno, donde él era el responsable de asuntos generales, y para seguir en la formación de URAS.
Por lo tanto, hace casi veinte años que compartimos muchas cosas y lamento profundamente no haberlo conocido mucho antes.
Hombre tranquilo, amante de la pesca y sobre todo de su familia y amigos.
Un hombre que amaba profundamente a su mujer e hijos, que quería y apreciaba a sus amigos, un hombre que amaba profundamente a su Patria.
Podría destacar muchas cosas de él, muchísimas, pero me quedo con dos principalmente: una la de sus valores, la del servicio a los demás y a lo público, la dedicación a su trabajo, con rigor, honradez y lealtad. Que lástima que el ejemplo de Juan Meana no cunda en nuestros días.
Antetítulo: Necrológica
Subtítulo: Al servicio de los demás y de lo público
Destacado: Qué lástima que su ejemplo no cunda en nuestros días
Decía Thomas Campbell, un historiador escocés, que «vivir en los corazones que dejamos tras nosotros es no morir», y él no lo ha hecho.
Un hombre con grandes raíces católicas que, sin querer, estaba buscando la santidad en su camino, buen hijo, mejor esposo y sobre todo padre y ejemplo para sus hijos, honrado en su trabajo y leal para sus amigos y compañeros.
Se fue en un momento dulce para él, rodeado, cómo no, de sus hijos, de su mujer y de muchos que le querían. Estaba disfrutando con sus nietos constantemente y en su finca, donde hacía sus pinitos con la labranza. Ha muerto a una edad temprana, pero ese tiempo no lo marcamos nosotros, sino la providencia, y ésta ha querido sentarlo a su derecha.
Sus recuerdos de pesca y paseos por Vidiago en Llanes, o en el Muro de Gijón, o en plena campaña electoral en Navia, donde en vez de descansar se iba con sus cañas a la ría; él buscaba la paz y esa paz la encontró para siempre.
Podría seguir hablando de este hombre justo y bueno, y sobre todo para mí, que siempre tenía su hombro para los malos momentos; hoy ese hombro lo seguiré teniendo y estoy seguro de que iluminará nuestros caminos con la luminaria de la paz y del amor.
No quería despedirme sin antes utilizar la cita magnifica de filósofo estadounidense Benjamin Franklin que comenta: «Un hermano puede no ser tu amigo, pero un amigo puede ser tu hermano», y Juan, Juan Meana, para mí lo era y lo seguirá siendo.
Que el Señor le acoja en su presencia. Ahora sólo nos queda rezar por el eterno descaso de su alma. Gracias, Juan Meana.
Salvador Fuente
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