La ética
Ante la información publicada en LA NUEVA ESPAÑA el 26 de abril sobre los gastos ocasionados por el alcalde de Mieres y tres concejales en la «Marcha minera» a Madrid, quiero manifestar mi versión de los hechos pues entiendo que como persona a la que se menciona en dicho artículo tengo derecho a ello.
Los hechos acaecidos el 11 de julio que LA NUEVA ESPAÑA publica están distorsionados, sin contrastar con las partes que cita, o dicen verdades a medias.
El día 10 de julio, este concejal, y otros dos miembros del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Mieres, junto con el Alcalde, después de finalizar el encierro que mantuvimos en el Ayuntamiento en solidaridad con las reivindicaciones de los mineros, sobre las 15.30 horas, viajamos a Madrid en vehículo particular para acudir a un acto que el Gobierno del que formo parte consideró de obligada presencia institucional, que fue el recibimiento de la «Marcha minera» en su entrada a la capital. Lo mismo que todo el mundo consideró un acto con presencia institucional su salida, que fue desde nuestro Ayuntamiento (si alguno no quiso salir de aquí y lo hizo desde el campus, sus motivos tendría, el tiempo valorará sus decisiones).
El Ayuntamiento y el Alcalde representan a los ciudadanos de Mieres, a todos, aunque a algunos les duela. El compromiso institucional fue el recibimiento de la «Marcha minera en su entrada en Madrid, por tanto es evidente que después de acompañarlos en su último día de recorrido decidiéramos acompañarlos y estar también en la manifestación del día siguiente.
Bajo esta premisa irrenunciable para un Gobierno identificado con su pueblo y con la problemática de sus gentes asumimos este viaje a Madrid, en el que nos costeamos una parte importante de los gastos (vehículo propio, comidas, parking y metro), teniendo en cuenta la situación económica existente y la práctica de austeridad de este Gobierno.
El resto de información vertida al respecto no se atiene ni a la verdad ni a la realidad, sólo a la desinformación interesada o no. Y, repito, sin contrastar en absoluto cuando menos con las personas afectadas.
En definitiva, escribo estas líneas para dejar patente mi disconformidad con informaciones que no se ajustan a la realidad, como recientemente ocurrió con el acto conmemorativo del 25.º aniversario de la Escuela de Música celebrado en el Ayuntamiento y que fue presentado en ese periódico como un acto de protesta por los recortes y que sin duda afectan a la honorabilidad de las personas.
Resulta torticero establecer criterios nuevos, que de haberse aplicado antes todos los alcaldes anteriores tendrían que devolver cientos o miles de euros, y sembrar dudas interesadas sobre la legitimidad representativa del Alcalde y los concejales, su honradez y su compromiso.
Quien persigue ensuciar gratuitamente la política como arma para el descrédito y obtener réditos electorales está muy lejos de defender la democracia. El rigor, la veracidad, la rectificación de los errores y usar la misma vara de medir tienen que convertirse para todos en práctica habitual y saludable por el bien de un sistema democrático sano.
Arrieros somos.
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