Indignación de ida y vuelta
Apenas salido del pasmo que me había provocado el artículo del eurodiputado Masip, publicado en el diario LA NUEVA ESPAÑA el pasado viernes, 10 de mayo, en el que afirmaba, sin aparente sonrojo, que el teniente coronel Teijeiro había escrito una de las páginas más negras de la historia, atribuyéndole los más vesánicos actos cometidos durante el cerco de la ciudad, en la sangrienta contienda civil que enfrentó a los españoles, he podido contemplar, con cierto alivio, cómo, al día siguiente, en la sección de Cartas del mismo diario, el periodista Esteban Greciet le daba, de forma contundente, con argumentos sólidos, con el estilo y la ponderación que le caracterizan, la réplica debida. Tampoco son nada desdeñables las declaraciones sobre este particular que, en el mismo día y en el mismo medio, hacen Alonso Sádaba, presidente de la Hermandad de Defensores de Oviedo, y el filósofo Gustavo Bueno, personas ambas de reconocido prestigio y honestidad. En mi modesta opinión, creo que todos ellos han vuelto a poner las cosas en su sitio, haciendo honor a la verdad y dejando en evidencia al primero, que, ahora sí, podrá sentirse verdaderamente indignado, aunque, claro está, por haber quedado en evidencia; asunto que, por otra parte, no es una excepción en este personaje.
En política se pueden tener ideas, criterios, conceptos y opiniones alineados con cualquier ideología, situándose con ellos, de acuerdo con lo convencional, a la derecha, al centro, a la izquierda, o en cualquiera de los cuatro puntos cardinales: todos son aceptables y respetables; pero, lo que no se debe hacer nunca, es disfrazar los hechos tergiversando la realidad. La diversidad de criterios siempre es enriquecedora, y la defensa de los propios, desde el respeto a los de los demás, será, en todo caso, una condición sine qua non para la convivencia. Cuando se pretende reescribir la historia, adaptándola a intereses particulares, es, además de estéril, un camino que sólo conduce a la confrontación; todo lo contrario a lo que dicta el sentido común.
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