Replicando, que es gerundio
Los señores Fermín Alonso Sádaba y Esteban Greciet ponen en duda mi afirmación, a la que descalifican incluso «de tontería», de que los oficiales de Teijeiro, a su muerte, quisieron «pasear» al Dr. Francisco García Díaz, que le intervino quirúrgicamente en Oviedo.
No voy a comparar mis conocimientos históricos e investigaciones de aficionado con las de estas entrañables personas, a las que siempre he respetado. Como sostenía el fallecido José Antonio Cepeda no cabe más respeto que el que generan quienes son fieles a sus ideas y las defienden en consecuencia. Saben don Fermín y don Esteban de mi respeto y de mi interés de muchos años por la convulsa Guerra Civil.
Pueden ser «tonterías» mías, pero puedo dar testimonio veraz de que la amenaza de muerte recibida no se le había olvidado al traumatólogo, propietario de la ovetense Clínica San Cosme, treinta años después. Para él no fue, desde luego, ninguna «tontería».
De la recogida de testimonios de entonces me consta:
- Teijeiro es herido en la calle Uría por la Aviación republicana. Hizo gestos de desafío y llamó cobardes a quienes, junto a él, corrieron a refugiarse.
- Esa noche se dio por primera vez desde hacía días la luz en la ciudad para que García Díaz pudiese intervenirle quirúrgicamente.
- Tras la intervención y en plena cura, Teijeiro se empeñó en abandonar la ciudad por el pasillo abierto a Grado.
- Los médicos militares no pudieron, o no supieron, con la gangrena infecciosa que le mataría.
- De los comentarios maliciosos de ese equipo médico, los oficiales dedujeron: «los responsables son los médicos rojos de Oviedo».
- Se conjuran en Grado para tomar venganza y se presentan en la ciudad asediada para cumplirla.
- Llegan casi de noche y lloviendo, por lo que deciden dejarlo para el día siguiente.
- García Díaz se entera de semejante propósito y tiene tiempo de presentarse al gobernador civil en funciones, Gerardo Caballero, que ordena protegerle.
- García Díaz se incorpora luego al Ejército, donde llega a oficial médico y tiene incluso una publicación en 1938, firmada en Galicia, sobre la curación de las heridas por el método del republicano Trueta.
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