Europa se hunde; España aguardará en el fondo
La reflexión me surge tras leer el artículo: «Empleo para nuestros jóvenes y estrategia de recuperación» de László Andor Comisario europeo de Empleo y Servicios Sociales. La razón para tal pesimismo surge desde el primer párrafo: «La crisis económica y financiera ha durado mucho más de lo esperado». Pues, para tener el cargo que tiene, debería saber que la causa de esta crisis viene de lejos, que es una crisis absolutamente esperable cuando los objetivos de la formación profesional permanente ocupacional para el empleo ni se cumplían ni se cumplen desde hace décadas. El más mínimo análisis vería la situación de decadencia productiva industrial en la que nos encontrábamos y encontramos, con una falta de productividad que se tapaba con la construcción: sector de empleo poco cualificado; y, sin salida, aún se pretende seguir tapándola.
Está establecido y comprobado que: «La formación profesional permanente ocupacional para el empleo, recibida de forma continua a todo lo largo de la vida por los trabajadores en activo, es la más rentable de las inversiones posibles». Esta formación es todo lo dicho anteriormente (la larga parrafada definitoria). Sin embargo ocurre que nadie está interesado en ella salvo para la gestión de sus fondos, y encima lo hacen mal. Así que la descuartizan en trozos para repartírselos. Para ello se corrompen conceptos y términos con el único fin de que ni crezca ni exista, porque no interesa que luego los trabajadores piden aumentos de sueldo y que se use tecnología. No es así como saben ser competitivos nuestros empresarios, ni los sindicatos los quieren tan independientes. El Comisario se refiere a ella como formación continua (no va a emplear toda la parrafada definitoria usada anteriormente para que nadie la descuartice y para que se sepa que es una única FP permanente, que la inicial es otra). Una formación ocupacional que reciben de forma continua los trabajadores: tanto los que tienen empleo como los que no lo tienen (obviamente, los contenidos tecnológicos deben ser los mismos tanto con empleo como sin empleo). Esa especificidad cercana al puesto de trabajo a través de la ocupación, es lo que quisieran algunos que se autodenominan específicos y se consideran únicos, para poder ignorar la gran diferencia de contenidos que existe entre la formación profesional inicial y la formación profesional permanente y ocupacional. Una diferencia que va desde 120 horas de conocimientos generalistas en un campo determinado tecnológico en la formación inicial, a 900 horas de destrezas cognitivas para el mismo campo tecnológico en la formación permanente, y con similar nivel de lenguaje lógico-físico-matemático. Una diferenciación que es correcta, pues mientras la una es una rápida aproximación a la titulación profesional, la otra es una promoción profesional a todo lo largo de la vida que debe reconocerse mediante la certificación desde la empresa, al contratar a la persona en la ocupación del puesto trabajo reconociéndole las competencias. Pero no se quedan ahí las cosas, sino que negando la diferenciación de contenidos, van a una diferenciación por el tipo de alumnos: primer empleo, empleados y desempleados. Ya en el culmen de la estulticia, desprecian e ignoran el término ocupacional. ¿Por qué pasa y ha pasado todo esto? Pues tras leer las palabras bonitas del artículo, llegamos a la gran verdad: la única que interesa y es causa de que nos vayamos al fondo del abismo para no salir de él en mucho tiempo: « ...destinar 16.000 millones de euros de fondos de la UE... combatir el desempleo de los jóvenes, con un presupuesto de 6.000 millones de euros...». Ésta es la verdad: la gestión de los fondos; no la formación en sí misma. Una formación profesional enfocada a la innovación permanente del conocimiento del capital humano que hace competitivas a las empresas; y, más aún, a las pymes: ya que dan empleo al 63.9% de ese capital humano (31.6% microempresas, 17,4% pequeñas, 14,9% medianas).
Europa nos ha malcriado y, ahora, no sabemos generar empleo ni ser competitivos. Sólo estamos capacitados para poner ladrillos y, con nuestro nivel tecnológico bajo, no sabemos hacer nada para salir de la crisis. Invertir este proceso y crear una estructura real del conocimiento es fácil (emerger a la superficie no lo será); pero no lo hacemos por estulticia o arrogancia.
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