La FADE para edificar nuestro futuro
Llevamos muchos meses –demasiados ya– viendo cómo la economía regional se tambalea. Las cifras del desempleo experimentan una escalada sin freno desde 2007, cuando la tasa de paro era del 8,12 por ciento pasando al 25,32 por ciento registrado en el primer trimestre del presente ejercicio, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa. Superamos los 122.000 parados, un máximo histórico que requiere soluciones urgentes en todos los ámbitos. Dadas estas circunstancias que estamos atravesando, no sólo en Asturias sino en el conjunto de España, el primer pilar fundamental para tratar de reconducir la situación es la unidad; la unión de todas las fuerzas de nuestra sociedad, cuyos esfuerzos tienen que ir encaminados a crear empleo y recuperar la confianza y el bienestar que día a día estamos perdiendo.
Subtítulo: El interés general, por encima de todo
Destacado: Las carencias y defectos de nuestro sistema han quedado al desnudo hace tiempo y ahora hay que apelar a la construcción de un nuevo tejido que permita sustituirlo y volver a coger calor para abrigar esperanzas y soluciones
El desánimo se ha apoderado de toda la población asturiana. No es para menos, viendo las dificultades que atraviesan cientos y cientos de familias con más de 44.000 hogares en Asturias con todos sus miembros en paro. La incertidumbre y la inseguridad se han adueñado de las familias y las empresas. En este clima, la Federación Asturiana de Empresarios (FADE) está llamada a desempeñar un papel crucial desde el rigor, la sensatez, el saber estar y el dar ejemplo. La máxima institución que representa al tejido empresarial de la región siempre ha tenido por bandera esos valores y ahora, cuando se necesitan más que nunca, parece que los están dejando de lado en beneficio de intereses particulares, olvidando la prioridad del interés general de Asturias.
Como modesto empresario, como autónomo, me duele abrir las páginas del periódico o encender la radio, o la televisión, y leer o escuchar críticas internas que, sinceramente, no conducen a ninguna parte, dañan la imagen de la institución y debilitan aún más la confianza de los asturianos. Resalto aquí la postura que han adoptado tanto el Gobierno regional como los principales agentes sociales. Hasta la fecha, ambos se han mantenido al margen y se han limitado a pedir calma, diálogo y una solución al conflicto abierto en la cúpula de FADE. Eso mismo reclamo desde aquí; exigencia y respeto que seguro que comparten conmigo decenas de empresarios y autónomos.
Vivimos momentos en los que la única bandera que debemos enarbolar es la de la unidad, la de crear y potenciar. Se requiere ser profesional, se exigen sinceridad y diálogo, y el debate se presenta como instrumento fundamental para encontrar vías de salida a este laberinto llamado crisis. Todos tenemos la responsabilidad moral de arrimar el hombro y caminar en la misma dirección, cada uno desempeñando el papel que le corresponde. No hay tiempo para los reproches ni es momento para deteriorar la imagen de las instituciones creadas para mejorar la sociedad.
Las carencias y defectos de nuestro sistema han quedado al desnudo hace tiempo y ahora hay que apelar a la construcción de un nuevo tejido que permita sustituirlo y volver a coger calor para abrigar esperanzas y soluciones. Echando la mirada atrás y viendo los últimos acontecimientos que nos ha tocado vivir en Asturias, con tres cambios de Gobierno en menos de un año incluidos, lo último que necesitamos es un vaivén entre los representantes de los empresarios una vez que el presidente de la FADE asumió sus responsabilidades.
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