A don Leopoldo y a don José Manuel Iglesias
Hoy mis palabras quieren plasmar la extrañeza de no poder expresar y, por ende, me envuelve una extraña situación, aquélla de la falta de espacio para manifestar.
Sucede que cuando los sentimientos sinceros aumentan, las palabras casi desaparecen y no hay capacidad ni espacio para todo aquello que tengo necesidad de contar.
Desde estas minúsculas letras quiero dar sentido a las palabras y poder llegar a manifestar mi gratitud, me reverencio ante estas dos grandes personas, dos seres humanos rebosantes de generosidad.
Y si la admiración deviene enorme, la gratitud ni debe ni puede dejar de crecer para dirigirme a los dos hermanos, personas incapaces de dejar de luchar, capaces pese a estar en la elite profesional, de no dejarse vencer por la cruel realidad, inundados del trabajo constante y de la lucha por los demás. La admiración se vuelve inalcanzable porque la lucha se convierte en su modo de vida y ésta ya no la conciben de otra forma que no sea luchar y pelear.
Por personalizar la valentía en su vida, por cuidar y mimar al trabajador, por infundir siempre ánimos, por no dejar de luchar en esos momentos en que parece que todo sea desvanecerá por conseguir que sus trabajadores sean capaces de seguir, por infundirles todo el ánimo y no dejarles caer.
Por reconstruir el ámbito profesional, por ser unos perfectos anfitriones, por dar un constante ejemplo de moralidad, pro todo ello y por más, solo puedo expresar gracias, gracias por todo y sin más.
Manifiesto mi orgullo como trabajador, por sentir siempre el trato desde la sumisa humildad, por infundirle ánimos cuando ya no es capaz de luchar, por dejar a un lado sus problemas para involucrarse en los problemas de los demás. Por llevar décadas preocupándose de los demás, por llevar la lucha en su mentalidad, por no olvidar a nadie en la lucha diaria y por algo tan importante, saber recompensar, por no olvidar nunca sus raíces, por convertir Arlós en un omnipresente e idílico lugar, porque éstos tan simples hechos los hacen diferenciar.
En este punto, cuando por lo expuesto y aún más, cuando el corazón se oprime, embargado por la emoción, no existe papel suficiente para poder manifestar.
Desde este humilde homenaje frente a dos talentos de la profesionalidad, no quiero olvidar la mención a todo el ámbito familiar, doña María Leopoldo, Laura, Ángela y José Ramón y doña Conchi y Francisco, a todos mi reverencia absoluta y mi sincera gratitud. Gracias por ese trato cercano en el ámbito profesional y también en el emocional, por esa autenticidad, por llegar a abrigarlo todo en la cúspide laboral y no dejar de luchar por los demás, por llegar a convertir a tantos de sus trabajadores en parte de su vida familiar.
Desde aquí reivindico la necesidad de homenajes reales a estas grandes personas don Leopoldo y don José Manuel por estar inundados de tanta humildad, profesionalidad y bondad.
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