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Sentido y emocionado recuerdo a don Ramón Colao Caicoya

22 de Mayo del 2013 - Antonio Fernández Velasco

Hace un año que esta extraordinaria persona dejó nuestro espacio terrestre. Aquí, en La Felguera, nos mostró la calidad personal de la que era portador y obsequiaba con su tratamiento. Llegó a ejercer la presidencia del consejo de administración de la más que centenaria entidad industrial Duro Felguera. Se decía que tal presencia llegó a evitar un posible derrumbamiento de la histórica empresa. Supo además rodearse de personas de conocido relieve y de elevados conocimientos técnicos, como el ingeniero señor Berno Sirgo.

Hizo retornar a nuestro entorno empresas filiales que estaban fuera de Asturias, celebrando y haciendo festejo por el centenario de la actual denominación Duro Felguera desde el año 1900, con obsequios, conciertos de la Sociedad Coral La Felguera, y espicha de sidra, en el tradicional recinto de la empresa desde la época de don Pedro Duro, con adaptación y reforma de oficinas, señalando con vistosos y amplios caracteres en el más alto edificio el nombre de esta singular empresa, que tanto hizo por el desarrollo de nuestro Principado. Trajo concretamente para Oviedo desde Madrid oficinas y altas dependencias, que ya las traspasaron para Gijón. Hizo efectivo y asumió el hecho del debido abono a los accionistas que llevaban tiempo sin percibir el correspondiente dividendo. Otro gesto a anotar en su sobresaliente haber fue el de celebrar como recordatorio un consejo de administración en La Felguera, con expreso deseo de continuar haciéndolo.

A poco de comenzar su gestión, le surgió la demanda o denuncia de la empresa Marítima Gijón con excesivo eco en las calles, abundantes espacios en radio, prensa, televisión, etcétera, que repercutía en manifestaciones callejeras bajo la expresión «Duro Felguera, paga». Se sostenía que esta empresa era la gran deudora de miles de millones con la Marítima, asociadas empresas. Ciertamente la Duro deseaba separarse, vendiendo sus propias acciones a un precio simbólico con tal de realizar la separación de bienes. En este momento fue por muchos muy admirada y simpática la presencia de don Ramón Colao ante la acusación que le formulaba airadamente la televidente de turno, que acusó a la Duro sin contemplación verbal, dada la enorme deuda ante la Marítima.

Me sorprendió, mejor nos sorprendió su sonrisa, serenidad, gesto tranquilo, con las razones apuntadas todas determinantes, más o menos de esta manera. «Mire usted señorita, está mal informada, su afirmación es tendenciosa. La empresa que represento aquí no debe ni un céntimo a nadie. En su larga existencia, puede preciarse de no haber retrasado ni un sólo día el abono de la mensualidad a sus obreros y empleados, y si casualmente la fecha determinada correspondía con un domingo o día festivo se adelantaba el debido abono». En esta afirmación cuantos estábamos atentos a la entrevista, muchos jubilados de la empresa con treinta o más años de servicio en la misma, coincidíamos con tal aseveración. Seguía don Ramón añadiendo que su empresa estaba exenta totalmente de posibles deudas de impuestos de carácter nacional, regional o local, ni a nadie que facilitase algún tipo de materias primas, elementos ya preparados o cierta maquinaria.

Más si se sigue insistiendo con tanta mala intencionalidad de una deuda de importantes millones por nuestra parte siempre negada, al estar en un Estado de derecho se debe acudir a los tribunales y a esperar la justicia que seguramente dará la razón a una parte. A pocos días en los medios informativos, algunos con llamativos titulares, se da cuenta que a la Duro Felguera se la demandaba judicialmente.

La sentencia tardó bastantes meses, pero no la hubo, el Juzgado de Oviedo donde recayó el caso, archivó la demanda sin más, pues entendían no existía consistencia ni materia jurídica para el emplazamiento y discusión en un juicio. A todo esto la información no aparecía como debía ser en parecidos espacios y lugar como antes. No allá en las últimas páginas entre la sección de publicidad de ventas y de anuncios.

Tuve la oportunidad de llegar a felicitarle y decirle que su actuación llegó a inspirarme el adquirir unas pocas acciones de la empresa que por aquel entonces estaban por debajo de su valor nominal de 500 pesetas/acción.

«Ha hecho usted muy bien me dijo, adquirir ese paquetito que debe de ampliar y que debía ser un ejemplo para la población, que sería mucho mejor y más favorable y más positiva la adquisición, y exponer en buen sitio y lugar apropiado las reclamaciones que hacen pintadas en muros y fachadas. Allí, con voz propia en las propias juntas generales de la empresa. El número de acciones para tal representación es bastante corto y en tal caso cabe el sistema de agruparlas entre distintos poseedores. Nadie puede negar la eficacia y lo positivo de esta actuación si se llegara a practicar.

Como la charla se prolongaba le comenté la actuación de los sindicalistas felguerinos a los días de la Revolución de Octubre 1934, con la conocida protección a técnicos, directores y administrativos de la empresa que había leído en cierta prensa. Tras el fracaso revolucionario la prensa madrileña enviaba reporteros para dar amplia información de lo ocurrido en cada pueblo de Asturias. Uno de estos diarios escribió «en La Felguera la CNT no asesinó a nadie, pero sí trataron desconsideradamente al personal técnico de la empresa». Ante tal información, la empresa Duro Felguera, con la firma de don Antonio Lucio Villegas, director de la misma en aquellos momentos, no tardó en replicar al diario madrileño, desmintiendo lo escrito, que eran totalmente inciertas tales afirmaciones, pues habían sido tratados correctamente, que no les faltó nada, que sólo les obligaban a trabajar las ocho horas ordinarias como a todos de la plantilla, que les venía bien, pues así observaban de esta manera el trabajo y la marcha de las instalaciones. El periódico atendió así parece la razonada contestación que le hizo la empresa, por persona tan significada. Relatado este hecho, el bueno de don Ramón Colao me añadió «si a alguien históricamente le interesa este caso reflejado en tal carta y le interesa, queda enterado que la copia de la misma está archivada en la empresa».

Yo sabía por adelantado que aquellos anarcosindicalistas, perseguidos, en aquellos días de cruda represión y huidos de las fuerzas ocupantes, llegaron a reunirse en la clandestinidad, con el motivo de dar estado oficial por parte del sindicato metalúrgico de La Felguera de un comunicado a la empresa, valorando y agradeciendo el gesto tenido con el periódico dada su falsa información. A mi juicio sin duda una decisión voluntariosa, un acto con ribetes de romanticismo, sin tener en cuenta que pudo serles peligroso, conociendo la gravedad de lo ocurrido en Carbayín. Por simple preocupación, no habría asistido les comenté, en tal oportunidad.

Sí que accedía don Ramón a estas consideraciones de cierto talante histórico y social, que no debía ser extraño en persona integrada no solamente en la empresa que presidía, sino también en su ambiente cultural, apoyando manifestaciones de este género, e interviniendo personalmente en ellas, y en algunas de manera extraordinaria.

Deja entre nosotros amplios recuerdos, plenitud, cordialidad, subido afecto y profunda simpatía, que todo merecía. Bien el firmante podría decir que estos cariñosos y recordatorios espacios lo habría firmado multitud de personas que llegaron a conocer el estilo personal de quien se recuerda en el aniversario de la triste jornada de su fallecimiento. Mas vaya la mía con la total y plena seguridad de su general representatividad.

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