En torno al futuro y presente de la cooperación asturiana
Se está debatiendo estos días en torno al Plan Director de la Cooperación Asturiana para los próximos cuatro años.
Y la idea es aprobarlo en Consejo de Cooperación a mediados de junio.
¿Qué importancia tiene eso?
Alguna tiene si se considera que, junto a la disminución a la mitad de la partida de cooperación en el gobierno asturiano, pueden resultar cambios cuasi-estructurales para los destinos y usos de esos fondos.
La tradicional relación de Asturias, en términos de Solidaridad, con muchos movimientos sociales y países, puede quedar perjudicada, y a la contra, las empresas entrar como agentes para determinar líneas de comportamiento y competir con las propias ONG.
Hasta el momento éstas, las ONG, no han apoyado estos cambios, pero las circunstancias del gobierno para llevar adelante su Plan, que por otra parte se alinea con el de Rajoy en Madrid, son variadas, y podrían romper el consenso, e imponer el desguace de la cooperación asturiana a medio plazo.
Si así fuera, si el gobierno asturiano se empecinara, como ya lo hizo en 2008, en meter a las empresas en la cooperación, una consecuencia inmediata sería que daría mucho trabajo a la Comisión que está encargada de dar seguimiento al Código Ético.
El de Asturias fue el primer código ético específico que se crea en el ámbito autonómico para todos los agentes de la Cooperación, con objetivo de garantizar la calidad en la cooperación asturiana bajo los principios de transparencia, claridad, honestidad, compromiso y rendición de cuentas en todos los proyectos que se desarrollen.
Otra novedad es que el código ético de la Cooperación Asturiana
Implica en teoría a todas la entidades, públicas y privadas, que en Asturias tienen vinculación con las tareas de cooperación al desarrollo, solidaridad internacional y defensa y promoción de los derechos humanos, y cuando se presentaba en 2010 se dijo que aspiraba convertirse en el código deontológico de la cooperación asturiana y que incluye un conjunto de normas, criterios y valores de obligado cumplimiento para todas
aquellas entidades, públicas y privadas, que desarrollen responsabilidades en el ámbito de la cooperación.
Las exigencias éticas en materias como la defensa y promoción de los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, la igualdad de género y el respeto al medio ambiente ¿se estarían cumpliendo ahora? ¿habría manera de que se cumplieran mínimamente si entraran las empresas por su capacidad de presión ante el ejecutivo asturiano?
A la luz de lo ocurrido en Valencia.. parece que no. Los recientes incendios en Bangladesh con responsabilidades gordas empresariales indican que tampoco.
No, no se podría seguir llamando ayuda al desarrollo a lo que algunos (Carlos Gómez Gil) consideran solamente el aceite sobre el que ha avanzado el capitalismo a través de sus múltiples for-
mas, instrumentos e intereses, construyendo y reconstruyendo mercados específicos para ello, espacios para la producción, la reproducción, la distribución, el intercambio y el consumo, en lugar de priorizar la erradicación del hambre, la pobreza extrema, el acceso a bienes públicos esenciales y los derechos humanos básicos. Frente al mercado no hay solidaridad posible porque el mercado impone siempre su lógica implacable y despiadada, sin que entienda de pobreza o necesidades extremas. Y la Ayuda, lejos de construir o fortalecer estructuras básicas de gobierno, las desmantela y las pone a su servicio.
En materia económica el Código Ético asturiano destaca la promoción del comercio justo en las Relaciones Comerciales Internacionales así como la prohibición tajante de cometer prácticas militaristas o de contribución al monopolio comercial, industrial, energético, etc. Lo cual obligaría también a contrastar con los viajes comerciales del ejecutivo, el más reciente por Panamá-México-Colombia, del cual aún no se han contado detalles, sino es la negativa del Presidente Fernández a reunirse con la CUT colombiana o recibir a Amnistía Internacional y otras ONG asturianas antes y después del viaje.
Esos viajes institucionales, y otro tipo de relaciones, contrastan también con la eliminación de la cooperación de países como Cuba, México, Brasil, Ecuador, Colombia, Chile, Argentina.. ¿tratamos de hacer negocios con sus recursos naturales, pero no dejamos ni una migaja para las poblaciones que sufren los efectos?
En un contexto de crisis capitalista, cuando el conjunto de la cooperación debiera revisarse para clarificar objetivos y no dejarse arrastrar por sus inercias, tratando de rescatar sus aspectos transformadores, fortalecer participación ciudadana más allá de las ONG y demás agentes reconocidos por la ley asturiana, podrían darse un impulso en este sentido a nuevas relaciones de hermanamiento, en zonas y con movimientos de tradicional relación asturiana.
Si se trata de priorizar habría que hacerlo con temáticas y rubros que pudieran incidir de manera más positiva en resultados para la gente: apoyando sí con prioridad a movimientos y redes que ejercen soberanía sobre sus recursos, que preservan el agua, la soberanía alimentaria, la defensa irrestricta de los derechos humanos.
La ayuda al desarrollo ha muerto porque nunca hubo ni ayuda ni desarrollo, y correspondería ahora recuperar términos más apropiados como justicia social, en aras a la práctica y acompañamiento de la Solidaridad asturiana que tiene mucha más vigencia y trayectoria que la llamada cooperación.
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