Carta a Ana González, consejera de Educación
He recibido invitación por parte suya al acto de reconocimiento público al profesorado asturiano y personal no docente de administración y servicios, con motivo de mi jubilación.
Debido a mi compromiso con la Escuela Pública, a la que he servido durante 30 años, me veo obligado a rechazar su invitación. No puedo participar en un acto organizado por una Consejería de Educación que dice defender la Enseñanza Pública y cuyas actuaciones en la práctica no son coherentes con tal predicamento. Me refiero, entre otras cosas, al mantenimiento y ampliación de los conciertos educativos, al cierre de unidades en centros públicos de las zonas rurales, al cierre de centros de formación del profesorado, a la precarización de las condiciones laborales del profesorado interino y empeoramiento de las del profesorado en general, para muestra de esta última afirmación, véase BOPA N.º 87 de 16-IV-2013.
Señora Consejera, considero que cerrar aulas en la Enseñanza Pública y precarizar las condiciones de trabajo en la misma no la mejorará, más bien contribuirá a la merma de su calidad y por tanto a su progresiva privatización, que es lo que, entre otras cosas, persigue la LOMCE que usted tanto critica en público.
Además, en los últimos meses hemos vuelto a comprobar la política llevada a cabo por su Consejería, de igual trabajo, distinto salario con el intento de supresión del cobro del verano al profesorado interino. Y, cómo no, hemos asistido a la repetición del vergonzoso privilegio llamado carrera profesional, cuando lo que debiera haberse establecido en su momento era una subida salarial a todo el conjunto del profesorado.
Dejo la Enseñanza Pública con la sospecha de que mi plaza será amortizada, como ha ocurrido con buena parte de las más de 1.000 jubilaciones que se han producido en la Enseñanza Pública asturiana. Esto ha supuesto, entre otras cosas, enviar al paro a buena parte del profesorado interino y ello implica, a su vez, un deterioro importante de las condiciones de escolarización (ratio alumno-aula, dedicación y especialización del profesorado, atención a la diversidad, servicios complementarios) que no pueden sino traducirse en aumento del fracaso escolar. Ese aumento del abandono escolar se traduce siempre en aumento de la pobreza educativa y de la pobreza social.
Mi coherencia y compromiso me impiden participar en este acto de reconocimiento público. Lo que sí le querría pedir, señora consejera, es que demuestre con hechos su compromiso con la Enseñanza Pública y no siga tomando medidas que a lo que contribuyen, entre otras cosas, es a su deterioro. Usted ha dicho públicamente que la LOMCE es una mala ley, lo cual es cierto. Pero malas han sido también las actuaciones de su Consejería al haber asumido sin género de dudas la lógica de los recortes en los servicios públicos, en este caso en el de Educación.
Un saludo,
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