Entre tortas anda el juego
Si la Copa del Rey evoca por su nombre nobleza, corrección y dignidad, paradoxalmente en el fútbol no es así y más aún en la final. Y es que el Rey y otras personalidades estaban allí y lo único que desentonaba era el espectáculo. Ya sabemos que en un partido solo puede ganar un equipo pero, ¿de qué manera?
Podríamos decir que el comportamiento de algunos jugadores y entrenadores era un claro retorno al feudalismo, donde no valía otra cosa más que sobrevivir por encima de los principios éticos del juego limpio.
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