¿Los derechos humanos tienen fronteras?
Amnistía Internacional acaba de publicar su «Informe anual 2013». En él asegura que el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más peligroso para las personas refugiadas y migrantes, y para las que pierden sus hogares tras sufrir desalojos forzosos. El respeto a la soberanía de un Estado no puede ser utilizado como excusa para la inacción o la violación de derechos humanos. El Consejo de Seguridad de la ONU debe oponerse a los abusos que destruyen vidas y obligan a las personas a huir de sus hogares. Eso significa rechazar doctrinas carentes de moral que aseguran que el asesinato en masa, la tortura y el hambre son meros asuntos internos de los estados.
Es una ironía que les resulte más difícil cruzar una frontera a los refugiados que a las armas que contribuyen a generar violencia y obligan a las personas a huir de sus hogares.
Por si fuera poco, con la excusa de la crisis económica, los gobiernos de muchos países están impulsando medidas que, en ocasiones, dan la espalda a la protección de derechos como el acceso a la salud o a una vivienda digna. Medidas que afectan, sobre todo, a las personas más vulnerables, como las que han tenido que abandonar su hogar.
En España, el decreto ley que limita el acceso a la atención sanitaria gratuita a personas inmigrantes en situación irregular y la situación de indefensión frente a los desalojos en la que se encuentran miles de personas son algunos ejemplos.
Frente a este panorama hostil para los derechos humanos, se ha producido una respuesta ciudadana que los gobiernos no sólo no han escuchado, sino que han intentado reprimir o deslegitimar. Ya es hora de que los gobernantes, también en España, se pongan del lado de las personas. De todas.
Francisco Javier Fernández López, presidente de Amnistía Internacional Asturias, Oviedo
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