Los escraches, un derecho ciudadano
Vivimos rodeados de abundancia, pero hay miles de personas en situación límite, sin tener que comer, en paro, con deudas y, ahora, encima sin casa. Cada día que pasa somos menos felices, nos han jodido la vida, rebajado los sueldos, esquilmado las pensiones, reducido el subsidio del paro y condenados a trabajar a perpetuidad para tranquilizar a los mercados. El Estado renuncia a defender los intereses de los ciudadanos y la situación comienza a ser insostenible. Sabemos que el marco legal que regula los impagos de hipotecas condena a familias insolventes a la exclusión social y las deja sin margen para rehacer sus vidas ni horizonte alguno de recuperación. Y, fíjense, ya son más de 123 suicidios en un año. No se pueden consentir más desalojos y no se pueden considerar ilegítimos estos movimientos sociales. Los escraches son un derecho ciudadano amparado por la libertad de expresión, y lo demás son interpretaciones partidistas e interesadas de la realidad. Y nada es más importante que la vida y la dignidad humanas.
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