Agilidad en la Consejería de Educación de Asturias
Érase una vez un catedrático que desempeñaba su labor en un instituto del centro de Oviedo. A comienzos del curso 2008-09 una profesora de Enseñanza Secundaria llegaba a su mismo departamento, por traslado desde otro instituto del centro de Oviedo, al lado del anterior. El director del instituto (dirigido desde la Consejería de Educación, tras intentar inhibirse) decide, al margen de la Orden ECI&3922/2007, de 12 de diciembre de 2007 (B.O.E. del 3 de enero de 2008) que regula el cuerpo de catedráticos de Enseñanza Secundaria, que el orden del Departamento será: dos catedráticas, la profesora recién llegada, el citado catedrático y el resto de los profesores... Creyendo lesionados sus derechos ante tan pintoresca decisión, el susodicho catedrático, con fecha de 2 de octubre de 2008, entrega una instancia mediante el Registro de la Consejería, solicitando que los servicios jurídicos de ésta le dediquen cuál es el orden del profesorado, según lo marcado por la ley.
Y hete aquí que, llegado el mes de febrero, el presidente catedrático decide indagar acerca de su escrito, pues no ha recibido ni la menor señal acerca de él después de casi cinco meses de paciente espera... Tras varias intentonas en los mútiples departamentos de la Consejería de Educación, un alma caritativa, ya en el mes de marzo, le dice en qué despacho y mesa está el escrito: en la del jefe de servicio de personal, donde previamente se le había dicho que no estaba.
El pertinaz catedrático en cuestión intenta, varias veces, ser recibido por el susodicho jefe, que está constantemente reunido. Finalmente lo logra, y éste le dice que sí, que se va a contestar el escrito. Cuando el insistente catedrático le replica con jocosidad que si lo van a hacer al acabar el curso académico, afirma que no, de ninguna manera, que antes... Pasan más meses y, finalmente, en el mes de mayo (transcurridos siete meses y medio ya) logra por segunda vez ver al jefe, quien le dice que alrededor del próximo lunes tendrá la contestación. Ya han pasado todos los lunes del mes de mayo... y el porfiado catedrático aún confía ocho meses después...
Y, colorín colorado, el perseverante catedrático sigue esperando, estamos en junio y el curso casi ha pasado... Como diría aquél: que no es abeto, ¡que Espino, don Pablo!
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