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No al modelo alemán de formación dual

9 de Junio del 2013 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Es mucho lo que está en juego. No podemos copiar la formación dual alemana y ponerla como paradigma. A los alemanes les va bien con ella, pero no es nuestro futuro. La formación dual alemana existe desde hace ochenta años y con ella dieron respuesta a sus retos de entonces, y, con su cultura laboral y social, les fue bien hasta ahora; pero no es ése el camino para otras culturas laborales y sociales. Hace sesenta años surge una nueva realidad productiva al hundirse el taylorismo y hacer su aparición la cibernética y la automatización de procesos; da así comienzo la desaparición del obrero y un nuevo concepto formativo. La respuesta a este reto tecnológico desde la formación fue su diferenciación y estructuración en dos: «formación inicial» con contenidos generales estables, y «formación permanente» con contenidos especializados en constante cambio. La productividad ya no está vinculada a la fuerza o habilidad manufacturera de los obreros, sino a la creatividad y la innovación permanente de las destrezas con que los trabajadores puedan inferir en la producción de su empresa para que ésta sea competitiva. La empresa, más que un producto, pasa a ser un equipo humano capaz de triunfar con aquello que decidan producir. La investigación científica y tecnológica debe implementarse rápidamente a productos y herramientas si se quiere ser competitivos y a través del capital humano para que la actividad empresarial sea un éxito. Para ello son necesarios técnicos que sepan utilizar las nuevas y complejas herramientas de producción para que: no se generen averías, se reduzcan las paradas por mantenimiento, se gestionen mejor los flujos, los tiempos y los consumos. Esto lleva a la necesidad de un trabajador asalariado más creativo, competente, adaptable, móvil, autónomo, apto para tomar decisiones, y con destrezas cognitivas y especializaciones según la ocupación y no según el puesto de trabajo. Todo ello no es compatible con un sistema formativo dual con la formación inicial, sino con un sistema dual con la formación permanente ocupacional para el empleo. Los motivos por los que no nos vale el modelo alemán de formación o sistema dual con la formación inicial son éstos:

- Porque se privilegia la formación inicial y no la formación permanente.

- No incita a los trabajadores a promocionarse permanentemente y fija al trabajador a su empresa negándole movilidad y libertad de progreso.

- Privilegia el sistema gremial y habilidades inmediatas, sin un desarrollo cognitivo fundamental y básico.

- El aspecto gremial de habilidades operativas no incita a la movilidad; generándose asalariados fijos «no-adaptativos» regionalizando e impidiendo el progreso de regiones. (La minería del carbón y su regionalización en Asturias).

- No posibilita la evolución ligada a la formación permanente, lo que no facilita la innovación.

- Prioriza los conocimientos fácticos y las destrezas prácticas al ajustarse sólo a un puesto de trabajo, y no la ocupación y la especialización tecnológica en base a conocimientos teóricos y destrezas cognitivas facilitando la autonomía, la movilidad y la promoción profesional.

- Establece la dicotomía entre los asalariados altamente cualificados que investigan, desarrollan y conceptualizan, y los operativos que no conceptualizan los problemas, perdiendo adaptabilidad, autonomía y movilidad.

No es así como se deben hacer las cosas para el futuro. Debemos analizar y comprender los conceptos formativos así como las circunstancias que hay detrás de ellos. ¿La formación dual que nos ofrecen desde Alemania para que nuestros jóvenes hagan prácticas?, sea bienvenida si nuestros jóvenes vuelven; pero no es ése el modelo a seguir. Debemos buscar la empleabilidad, la competitividad y la productividad aquí, estableciendo un sistema dual formativo con la formación permanente ocupacional para el empleo. El fracaso de no haber apostado hace treinta años por este modelo dual con la formación ocupacional para el empleo formando técnicos especializados y facilitando el desarrollo y la competitividad industrial es bien patente en nuestra región. No podemos eternizarnos en nuestro deficiente desarrollo industrial. Nuestra formación inicial no es mala, pero debemos aceptar como posgrados las especialidades formativas de la formación permanente con todos sus diferentes contenidos añadidos y establecer con ella un sistema dual siguiendo las pautas que se deducen del Marco Europeo de Cualificaciones.

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