Viendo el plantel
Desde hace ya un tiempo, los fines de semana suelo ver algunos programas de televisión nocturnos que versan sobre temas de actualidad política, económica y social, con secciones en las que varios tertulianos opinan y debaten acerca de las cuestiones que el moderador va poniendo encima de la mesa. Sin embargo, cuando un espacio que debe ser estimulante y agradable se transforma en aburrido e incómodo, mantener la atención hacia la pantalla acaba siendo un esfuerzo (o ¿quizás una estupidez?). Y, lamentablemente, tal sensación comienza a ser algo habitual, pues abundan los momentos gallinero, las interrupciones irrespetuosas y las trifulcas infantiles, es decir, situaciones improcedentes y patéticas. Viendo el plantel de invitados o colaboradores uno llega a predecirse el nivel de ruido y desorden, y es que, como indica el dicho, la confianza da asco. Además de no escuchar y de sazonar la confrontación de ideas con la antipatía personal, se pasa del presentador sin consideración alguna. Tampoco queda nada bien que éste corte a un participante sin permitir que acabe la exposición de sus planteamientos.
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