La electricidad a precio de oro
La electricidad es un recurso sin el cual hoy en día nos costaría mucho vivir. Nos hemos acostumbrado a depender de ella para todo: para iluminar, para subir un edificio, para realizar cualquier tarea del hogar, etcétera... Todos los días nos bombardean con campañas de concienciación energética. Sobre el uso de electrodomésticos y luminarias más eficientes que reduzcan el consumo. Esto está muy bien porque podemos disfrutar de aparatos mejores y que son más respetuosos con el medio ambiente. Pero lo extraño es que cada mes la factura de la electricidad sube a pesar de que los incrementos de los impuestos sobre ella no son mensuales. Se pueden entender los gastos de producción en la compra de carbón (no nacional) de las térmicas. Pero da la sensación de que las mismas personas que te animan a reducir tu consumo aumentan los precios para ganar más y tener que producir menos.
La guinda la tiene la factura en sí. Tanto en gas como en electricidad existe un impuesto adicional: impuesto sobre hidrocarburos, en el gas (0,65 /Gj), e impuesto eléctrico, sobre la electricidad (4,864 %). A ambos impuestos se les aplica el 21% de IVA a posteriori con el total de la factura. Resulta un tanto extraño aplicar un impuesto sobre otro impuesto. Nos toman el pelo.
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