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Aznar y sus andanadas

29 de Mayo del 2013 - José Antonio Gutiérrez Glez. (Piedras Blancas)

Una frase achacada a Conrad Adenauer se expresa así: "en política hay adversarios, enemigos y compañeros de partido". La polémica incursión de José María Aznar en Antena 3 televisión, hace unos días, lo atestigua. El presidente de honor del Partido Popular se ha convertido en el opositor más nocivo del presidente del Gobierno. Aunque las duras críticas y su amago de volver no han recolectado apoyos en los dirigentes del PP, que saben que sus puestos dependen de Rajoy, aunque no debemos olvidar que para gran parte de votantes Aznar sigue siendo un emblema.

Un ídolo que para mayor desasosiego popular reveló sentirse defensor de la bajada de impuestos ante las diversas subidas que ha hecho el Ejecutivo de Rajoy. Aznar se lleva sintiendo desde hace tiempo, una especie de salvador de la patria y desea subirse al Sinaí para promulgar unas nuevas Tablas de la Ley. Flaco favor hacia todos, incluso recordando los varios millones de empleos que dejó de herencia, en una coyuntura de economía opulenta, que todo hay que decirlo.

El presidente Rajoy tiene toda la legitimidad democrática, pero recordemos que fue nombrado por el dedo del que ahora tácitamente le ataca. Aunque parezca lo contrario, esta vez Rajoy gana a Aznar. Al menos la baza de la tranquilidad. Las andanadas del ex presidente del Gobierno, despiadadas contra el hombre al que designó cayeron como una tromba en el PP, pero Rajoy supo guardar muy bien la calma. Y le devolvió la pulla con una frase que constituye un cierto desdén al mentor. Lo equiparó con otros presidentes del Gobierno sobre quienes Aznar tiene una opinión, digamos, poco generosa. "No comento jamás las opiniones de otros presidentes del Gobierno", expuso y zanjó Mariano Rajoy.

Pero una cosa es ganar la batalla de la moderación y otra muy diferente no quedar tocado por el órdago del ex presidente Aznar. Porque si la imagen del presidente Rajoy ya estaba dañada, la reaparición de José María Aznar, con unas enormes ganas de que le pidan que acuda al rescate del país, seguro que en más de uno sembró dudas sobre la capacidad del jefe del Ejecutivo para sacarnos del atolladero. No obstante, como dicen que dijo un diputado, "Aznar no quiere volver, solo quiere jorobar".

La entrevista de Aznar en televisión, mostró con toda su aspereza una enfermedad que está implantada y persigue a la humanidad desde sus inicios: la enfermedad del olvido (alzhéimer del endiosado). Quien la padece olvida toda mancha en su currículo y la autocrítica, hasta el extremo de poco menos que postular su propia canonización. Y Aznar la padece. Olvidó que fue él quien mantenía contratos contractuales con Francisco Correa; y se marchó sin aclarar si había permitido sobresueldos. Olvidó igualmente que no luchó contra la corrupción del caso Naseiro. También ignoró que Berlusconi era buen amigo suyo cuando ya la justicia italiana le perseguía. La Constitución le importó más bien poco cuando necesitó el apoyo parlamentario de CIU y el PNV. Olvidó, asimismo, los delitos que le imputan a su amigo Miguel Blesa, por él situado en Caja Madrid. Y también olvidó que fue él quien tuvo de gerente a Bárcenas. Pero sobre todo, olvidó que fue su política económica, fundamentada en la ley del de 1.998, la que provocó la burbuja inmobiliaria que tanto negaron y que nos ha estallado en la cara.

Por todo ello, y más, no me gustaría en absoluto que una persona que padece el alzhéimer del ególatra pueda tener de nuevo trascendentales cargos de gobierno. Y mucho menos si en buena medida es uno de los responsables políticos de la actual situación.

Pero Aznar no se resigna, y aspira a seguir siendo la novia en la boda y el difunto en el entierro. La Historia hay que asumirla y no tiene vuelta atrás, porque la Historia es pasado y nunca presente. Cada uno en su época.

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