Lo que se juega en Siria
Tras el acuerdo alcanzado por las potencias occidentales en su reunión de Madrid (pagada por el país que cuenta con mas de 6 millones de parados) de levantar por completo el embargo de armas a los grupos que combaten al ejército sirio, la respuesta de Moscú ha sido acelerar las entregas comprometidas con el Gobierno de Damasco de las baterías antiaéreas S-300. Rusia toma esta decisión porque cada vez ve mas clara la amenaza de intervención extranjera a cara descubierta y porque el despliegue e instalación operativa de los nuevos sistemas S-400, cubriendo las principales ciudades e instalaciones estratégicas rusas, ha permitido prescindir de una buena parte de las antiguas baterías S-300.
El sistema antiaéreo S-300 permite derribar objetivos aéreos (aviones y misiles de crucero) a una distancia entre 200 y 300 kilómetros y es bastante eficaz contra drones y aviones de quinta generación con tecnología furtiva, aunque ni de lejos se puede comparar al S-400 que Rusia fabrica en cooperación con China, que financia la mayor parte del proyecto (la designación china es HQ-19) que en pruebas ha derribado misiles balísticos en la alta atmósfera y puede batir cualquier tipo de aviones y misiles a distancias de hasta 600 kilómetros.
Hace poco tiempo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, viajó a Rusia para entrevistarse con el presidente ruso, Vladimir Putin, e intentar convencerlo de que no sirviera los pedidos comprometidos con Siria de baterías S-300, a cambio prometió no volver a bombardear Siria (los sionistas lo hicieron últimamente en tres ocasiones) y no intervenir en el desenlace del conflicto. Pero, la iniciativa tomada por el Gobierno socialista francés, muy mediatizado por la oligarquía financiera judía gala, de liderar una mayor intervención de Occidente en la Guerra de Siria, ha convencido al Kremlin de que no hay garantías serias, de unos y otros, de mantenerse al margen.
Recordemos que el prurito francés por la intervención armada en Libia fue decisivo para la implicación de la OTAN en aquella guerra y que la colaboración gala con el Estado sionista viene de lejos y llega hasta límites temerarios. Desde la venta de aviones Mirage (decisivos en la Guerra de los Seis Días) hasta el rocambolesco falso robo de patrulleras, la implicación de Francia con el expansionismo judío en Medio Oriente es evidente, incluso llegando a suministrar el reactor nuclear con el que Israel ha obtenido el plutonio necesario para fabricar varios cientos de bombas atómicas.
Pero, la diferencia entre lo que sucedió en Libia y la Guerra de Siria es fundamental. En Libia las potencias occidentales y los mercenarios islamistas pagados por los regímenes feudales sunitas de la Península Arábiga acabaron con el régimen de Al Gaddafi, pero Siria se encuentra en el área de influencia de Rusia (los rusos tienen una importante base naval en Siria) y China, que temen que el siguiente peón de esta sangrienta partida de ajedrez sea Irán, que surte una buena parte del petróleo que necesita el gigante amarillo, y no parecen dispuestas a permitir que no se tenga en cuenta sus intereses con el triunfo de la misma táctica.
Pero, la falta de prudencia y los errores de cálculo pueden derivar en situaciones aún peores de lo que se está viviendo actualmente en Siria. El Gobierno de Israel ya ha lanzado una velada amenaza de que tomará las medidas que estime oportunas si los misiles S-300 llegan a Siria (su aviación ya no podría bombardear impunemente), pero es mas que probable que, al menos en los primeros meses del despliegue, las baterías antiaéreas sean operadas en parte por personal ruso e Israel debería recordar cual fue la respuesta de Moscú cuando los sionistas enviaron dos submarinos U-214 (de los seis que compraron a Alemania en condiciones muy ventajosas) armados con misiles de crucero Popeye Turbo, con cabeza nuclear táctica, con la intención de atacar las instalaciones atómicas de Irán: Rusia envió dos submarinos nucleares de ataque para neutralizarlos y advirtió a Israel que si atacaba con armamento nuclear a cualquiera de sus aliados lo borraba del mapa.
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